Por Carlos Gustavo Rengifo Arias
Una versión editada de este artículo fue publicada en la Edición No 82, del periódico Periferia Prensa Alternativa, Marzo-Abril del 2013.
La crisis cafetera
actual no es contingente sino sistémica, y hace parte de la crisis general del
campo y de nuestra sociedad, así como del impacto de las relaciones de poder
dominantes en el comercio internacional.
El cultivo del café
ayudo a construir nuestro país. Fue el cultivo que permitió, en el siglo XIX,
que Colombia se insertara en las corrientes del mercado internacional,
incentivó la creación de un mercado interno, jalonando el consumo de alimentos,
licor, tabaco y curtiembres; impulso la creación de la industria nacional, como
el sector textil, el de envases de vidrio, el de bebidas, el exportador e
importador, y alimentó de manera importante las finanzas del Estado, con las
cuales se construyeron importantes vías férreas, puertos marítimos y la malla
vial colombiana.
Los analistas, los expertos
y los diarios económicos del país afirman que existen tres causas que explican
la crisis cafetera: La caída continúa del precio internacional del café y la
revaluación del peso colombiano. Por cuenta de estas dos "los cafeteros dejaron de percibir el año
pasado ingresos en el orden de los $1,5 billones, luego de que el valor de la
cosecha pasara de $4,9 billones en 2011 a $3,4 billones en 2013", según
dio a conocer Luis Genaro Muñoz, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros al diario La República. La
tercera razón es la disminución en la producción nacional, que a duras penas llega
a los 7.7 millones de sacos, cuando el potencial colombiano es de 10 millones,
producto, según los expertos, de cafetales viejos con baja productividad y poco
resistentes a los cambios climáticos y que son necesarios renovar
Estos análisis y
sus estadísticas terminan pareciéndose a los bikinis que visten las señoritas hoy
en día: muestran mucho pero esconden lo más importante.
EL PRECIO DEL CAFÉ LO IMPONEN LAS MULTINACIONALES DE
ALIMENTOS
Y lo que esconden, entre
otras cosas, es que el precio internacional del café es impuesto a los países
productores por una Tiranía Corporativa Transnacional ejercida por las más grandes
compañías compradoras del café en el mundo, a saber: la Nestle y La Kraft, ambas sancionadas hace poco con
60 millones de dólares por la autoridad alemana de competencia y derechos de
los consumidores, por incumplir la legislación de competencia y pactar precios en
el mercado del chocolate; La Proctor
& Gamble, sancionada en otras ocasiones por la mala calidad de leche
para bebé, La Neumann Kaffee Gruppe, empresa
alemana acusada por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas por su
complicidad en la expulsión de los habitantes de varios pueblos de Uganda para
crear una gran plantación de café; y por último la Sara Lee, por mencionar las más importantes.
Hasta 1989 la
oferta de café era regulada por el Convenio Internacional del Café, lo que daba
cierta estabilidad a los precios del producto, pero cuando se instaura la
reencauchada ofensiva del libre mercado, el precio del café comienza a ser
fijado por los especuladores psicópatas de Walt Street, que ha hecho que el
precio de la libra del café se hoy, la más baja en los últimos 30 años. En el
caso colombiano, en enero del año pasado la carga de café pergamino seco, que
es de 125 kilos, se pagaba a $ 873.847 pesos y a diciembre se estaba pagando a
$520.065, es decir, a un 40,5 % menos!;
y esta es la razón por la cual los caficultores colombianos le están exigiendo
al gobierno que garantice un precio base de sustentación por carga de 125
kilos, de por lo menos $700.000.
A esto se le suma,
según Andrés Álvarez, ingeniero agrónomo, que al país “está entrando de
contrabando la sobreoferta del café de otros países, como Perú y Guatemala, a
precios más bajos que los del mercado nacional, entrando a jugar además la
especulación y el dumping”. Adicional a esto, Álvarez anotaba que “el consumo
interno del café está desestimulado, tenemos el consumo per-cápita más bajo en
el continente, y el Café que se consume es de segunda, o mejor conocido como
pasilla, y el de mejor calidad se exporta, lo que es muy particular, porque por
ejemplo, un francés se da el lujo de tomar vinos de otras partes del mundo,
pero el mercado no le excluye de tomarse el mejor del mundo, que es su propio
vino”.
Y es que no se
entiende la crisis cafetera recurrente en medio de un contexto en donde la
demanda del producto es mayor que la oferta, y menos cuando vemos las cifras
asociadas al comercio internacional de este producto. Según el documental Black Gold, de los hermanos Marc y Nick
Francis filmado en el 2008, el café es el segundo producto más negociado,
después del petróleo, en los mercados mundiales. Desde 1990 las ventas al por
menor de café han aumentado de $30 billones a $80 billones de dólares cada año,
y a nivel mundial se consumen diariamente en promedio más de 2.000 millones de
tasas al día; con esas cifras uno podría pensar que es el negocio soñado para
cualquiera.
La principal
explicación de la crisis cafetera es clara y ya la habíamos enunciado más
arriba: los principales compradores y especuladores mundiales pagan al precio
del café lo que se les da la gana, de tal forma que puedan usufructuarse de los
bajos precios. Así lo reconocía Luis Genaro Muñoz Ortega, gerente de la
Federación Nacional de Cafeteros en el Congreso Nacional del Gremio, realizado
en Bogotá el 28 de noviembre de 2012, cuando afirmaba al diario La República, respecto a las expectativas
de precios del 2013 que “dependerá del comportamiento de las bolsas, que tienen
un nivel de volatilidad como nunca se ha visto. Hay unos actores nuevos de mucha
especulación, para quienes su negocio no es el de los precios, sino el número
de veces que puedan mover un dólar. Si uno habla con los actores del mercado,
con los clientes del café de Colombia, ellos dicen que los precios no deberían
estar tan deprimidos, pues no hay razón para ello”.
LOS QUE
REALMENTE SUFREN LA CRISIS CAFETERA
Claro que si se
ahonda en el análisis tal vez podemos entender el porqué de la crisis y a quien
afecta. Una taza de café en un negocio como Starbucks, o Mac Donalds puede costar,
por ejemplo en Atlanta (USA), unos $ 8 dólares. De cada libra de café salen en
promedio 80 tazas, significa que por cada libra de café uno de estos famosos
lugares obtiene $ 640 dólares!, y
cuanto recibe el productor por cada libra de café?, a precios del 2008 el
mencionado documental comentaba que un caficultor de Etiopia le pagaban a 65
centavos de dólar la libra (cuando los costos de producción para estos se
situaban en 90 centavos de dólar), ósea, 0.65 dólares, es decir 99.8 % menos por libra que lo que recibe
Starbucks o Mac Donalds. Y en el caso colombiano? A precios de hoy la libra de
café la compran a $ 1,42 dólares, de esta manera un caficultor colombiano está
recibiendo por una libra de café un 99,7
% menos que aquella famosa cadena. Es decir, que los $ 640 dólares por
libra finales se los embolsa Starbucks o Mc Donalds y el resto de los $ 638,5
dólares promedio quedan en una larga cadena de intermediarios, que van desde el
agente local, el exportador y el transportista que se quedan con 7% del dinero,
los importadores y las tostadoras y tiendas/cafeterías como Starbucks se quedan
con el 90%, mientras que los agricultores, campesinos generalmente con pocos
niveles de educación y sin conocimientos sobre comercio y negocios, apenas
reciben entre un 1 y 3% del precio final, según el documental Black Gold.
El tamaño de la
finca cafetera y su productividad también afecta los ingresos de los
caficultores. En Colombia, a diferencia de Brasil, la producción es
minifundista, es decir, que la proporción de pequeños caficultores es mayor que
la de los grandes. En relación a esto las cifras oficiales afirman que el
tamaño promedio de la finca cafetera es solo de 1,5 Ha, más del 36% de las
fincas cafeteras tienen menos de 1Ha y el 60% de las fincas oscilan entre 1,1
Ha y 10 hectáreas Esto se convierte en un problema, pues la pequeña finca
cafetera no puede dar ingresos adecuados a la familia propietaria. Respecto a
esto, Álvarez considera que la crisis “afecta tanto a pequeños como a grandes,
ya que estos últimos hacen grandes inversiones y deben recuperarlas”, pero lo
cierto es que la lógica financiera más simple nos permite deducir que un gran
caficultor puede tener, como los expertos financieros lo dicen, más
apalancamiento financiero; es decir, mayor capacidad de endeudamiento y mayor
capacidad para soportar las bajas continuas del precio del producto.
Con lo anterior
espero que el lector no se confunda: no se hace una defensa de la necesidad de
la gran propiedad frente a la pequeña, sino por el contrario, la reflexión es que
la alta concentración de la tierra en pocas manos y el régimen de propiedad
privada, también son las causantes de la crisis de los cafeteros, y en general
de toda la nación.
LA
SITUACIÓN SOCIAL EN LAS ZONAS CAFETERAS
Otro aspecto que
los medios de comunicación no dan cuenta, es el de la situación social de las
familias cafeteras, que no es acorde a la gran cantidad de recursos económicos
aportados por el sector al desarrollo de nuestro país. A esta actividad se
dedican, según cifras oficiales, cerca de 550.000 familias, conformadas en
promedio por 5,5 personas, lo que da un total de 3.025.000 personas dedicadas
al cultivo de la misma. Gilberto Arango Londoño, autor del libro “Estructura Económica Colombiana”,
afirma que el subempleo en las zonas cafeteras es crónico, fluctúa entre el 10%
y el 17%, el 14.85% de los hogares cafeteros se encuentran en una situación de
hacinamiento crítico, el 59.27% tienen sus necesidades básicas insatisfechas,
el 31.28% son pobres y otro 28% son menos que pobres, es decir miserables. También
afirma, tiendo en cuenta otros datos, que la pobreza cobija a más del 60% de
los habitantes de las regiones principales del cultivo y más del 80% en las
zonas rurales, la zona cafetera es donde más ha crecido la pobreza y la
indigencia en todo el país en los últimos años, a un ritmo casi el doble del
resto de la nación. Por último, el 68% de los caficultores no tienen estudios
superiores a los primarios y el 19% es analfabeto, más del 18% de las familias
viven en casas de mala calidad y más del 34% no tiene acueducto ni
alcantarillado.
El poco desarrollo
de las regiones cafeteras se ha debido, según el ingeniero Álvarez a la
Federación Nacional de Cafeteros (que es una institución privada), la cual
“históricamente ha incidido en el desarrollo de la educación rural, la
infraestructura de carreteras, ha incentivado la siembra y ha generado un
sistema de conocimiento e innovación como Cenicafé”. Pero la federación tiene
otra cara, según el mismo Álvarez, “en el marco de un sistema de libre comercio
la federación se comporta como un monopolio, ya que es la única que exporta, o
hay muy pocos exportadores distintos a esta. Si un pequeño productor colombiano
de la Sierra Nevada quisiera venderle directamente a un Alemán, -anota Álvarez-
no podría hacerlo, todo tiene que pasar
por la federación”. Según Álvarez, un primer argumento es la calidad, “ya que
la federación es muy cuidadoso de la calidad del café de Colombia - y por otra
parte- , los pagos y los desembolsos se hacen a través de esta”. Álvarez crítica
adicionalmente que la federación “exige un tipo determinado de variedad de
Café, con una determinada cantidad de arboles o cultivos a libre exposición que
tiene un importante impacto ambiental y un determinado paquete de semilla
certificada, venenos y abonos, limitando las posibilidades de una caficultura con
técnicas alternativas”.
TECNIFICACION, RENOVACION DE CAFETALES E IMPACTO
AMBIENTAL
Está también el tema de la baja producción del
café, resultado al parecer, de cafetales viejos y especies con baja
productividad. En este aspecto Colombia viene avanzando rápidamente. Según
cifras de Arango, “en el 2000 el 71% del área cultivada era tecnificada y
producía el 87% del café y el 29% estaba en cultivo tradicional, que produce el
13% del café. La tecnificación viene en aumento siendo Antioquia la región con
mayor producción y más tecnificada, le sigue Caldas, Tolima, Valle, Quindío,
Risaralda, Cundinamarca y Huila, juntas producen el 70% del Café del país. Ya
en 2002 la productividad de Colombia le ha permitido ocupar el 4 puesto a nivel
mundial, Vietnam es el más productivo y el menos productivo es República Dominicana”.
A 2012 los cafeteros de Colombia mantienen un alto ritmo de renovación de
cultivos, “Ya cumplimos la meta de tecnificación, a hoy tenemos el 94 porciento
de nuestra caficultura tecnificada (con variedades resistentes al hongo de la
roya y mejor preparadas para la variabilidad climática)”, destacaba Muñoz, de
la Federación Nacional de Cafeteros, en una entrevista al diario El Espectador el pasado 2 de febrero. Esta
solución tiene otra cara y es que la renovación de los cultivos aumentará la
productividad de los mismos y por tanto la oferta, presionando a futuro una
baja adicional del precio.
Por otra parte, la tecnificación cafetera comenzará a tener un impacto
ambiental importante, ya que como lo afirma Álvarez, “para aumentar la
productividad se está promoviendo la caficultura a libre exposición, en
detrimento del café a la sombra, que trae beneficios ambientales que se
reflejan en la calidad de los suelos, el manejo de las aguas, entre otros, y se
están promoviendo unas técnicas de alta productividad como la antes mencionada,
- esto es criticable-“ decía Álvarez. Esta situación empeorará, ya que según un
reciente estudio, el cultivo de este producto podría extinguirse a final de
siglo gracias al cambio climático y la deforestación, ya que la variedad que
más se consume en el mundo es el café arábigo, cuyo arbusto es muy vulnerable a
los cambios de temperatura, así como a otros peligros como las plagas y las
enfermedades. Las estimaciones más optimistas de dicho estudio hablan de la
desaparición del 70% de la producción mundial hacia el 2080.
Esta por último, el impacto del auge minero, en
este sentido, “el referente de mayor ganancia atrae la mano de obra hacia este
sector, sumado a que la mano de obra en momentos de cosecha es casi siempre escasa,
ya que muchas veces no se remunera adecuadamente la labor, y han habido cambios
culturales y generacionales; ya los hijos de los caficultores no quieren
recoger el grano y quieren irse del pueblo; de esta manera, se pueden quedar
muchas cosechas sin quien la recoja”, anotaba Álvarez.
El presidente Santos,
el ministro de agricultura y el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros
se rasgan las vestiduras afirmando que la crisis no depende de ellos sino de la
evolución del precio internacional del café e intentan calmar a los
caficultores diciéndoles que les brindarán más ayudas económicas; Pero lo
cierto es que dichas ayudas servirán apenas como un paliativo insuficiente ante
las poderosas y arrolladoras fuerzas del mercado internacional del café y de
las empresas que lo dominan. Mientras
tanto, son los pequeños caficultores los que se seguirán tomando este café
amargo.