martes, 26 de marzo de 2013

Economía Política de la Crisis Cafetera


Por Carlos Gustavo Rengifo Arias

Una versión editada de este artículo fue publicada en la Edición No 82, del periódico Periferia Prensa Alternativa, Marzo-Abril del 2013.

La crisis cafetera actual no es contingente sino sistémica, y hace parte de la crisis general del campo y de nuestra sociedad, así como del impacto de las relaciones de poder dominantes en el comercio internacional.
El cultivo del café ayudo a construir nuestro país. Fue el cultivo que permitió, en el siglo XIX, que Colombia se insertara en las corrientes del mercado internacional, incentivó la creación de un mercado interno, jalonando el consumo de alimentos, licor, tabaco y curtiembres; impulso la creación de la industria nacional, como el sector textil, el de envases de vidrio, el de bebidas, el exportador e importador, y alimentó de manera importante las finanzas del Estado, con las cuales se construyeron importantes vías férreas, puertos marítimos y la malla vial colombiana.

Los analistas, los expertos y los diarios económicos del país afirman que existen tres causas que explican la crisis cafetera: La caída continúa del precio internacional del café y la revaluación del peso colombiano. Por cuenta de estas dos "los cafeteros dejaron de percibir el año pasado ingresos en el orden de los $1,5 billones, luego de que el valor de la cosecha pasara de $4,9 billones en 2011 a $3,4 billones en 2013", según dio a conocer Luis Genaro Muñoz, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros al diario La República. La tercera razón es la disminución en la producción nacional, que a duras penas llega a los 7.7 millones de sacos, cuando el potencial colombiano es de 10 millones, producto, según los expertos, de cafetales viejos con baja productividad y poco resistentes a los cambios climáticos y que son necesarios renovar

Estos análisis y sus estadísticas terminan pareciéndose a los bikinis que visten las señoritas hoy en día: muestran mucho pero esconden lo más importante.

EL PRECIO DEL CAFÉ LO IMPONEN LAS MULTINACIONALES DE ALIMENTOS
Y lo que esconden, entre otras cosas, es que el precio internacional del café es impuesto a los países productores por  una Tiranía Corporativa Transnacional ejercida por las más grandes compañías compradoras del café en el mundo, a saber: la Nestle y  La Kraft, ambas sancionadas hace poco con 60 millones de dólares por la autoridad alemana de competencia y derechos de los consumidores, por incumplir la legislación de competencia y pactar precios en el mercado del chocolate; La Proctor & Gamble, sancionada en otras ocasiones por la mala calidad de leche para bebé, La Neumann Kaffee Gruppe, empresa alemana acusada por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas por su complicidad en la expulsión de los habitantes de varios pueblos de Uganda para crear una gran plantación de café; y por último la Sara Lee, por mencionar las más importantes.

Hasta 1989 la oferta de café era regulada por el Convenio Internacional del Café, lo que daba cierta estabilidad a los precios del producto, pero cuando se instaura la reencauchada ofensiva del libre mercado, el precio del café comienza a ser fijado por los especuladores psicópatas de Walt Street, que ha hecho que el precio de la libra del café se hoy, la más baja en los últimos 30 años. En el caso colombiano, en enero del año pasado la carga de café pergamino seco, que es de 125 kilos, se pagaba a $ 873.847 pesos y a diciembre se estaba pagando a $520.065, es decir, a un 40,5 % menos!; y esta es la razón por la cual los caficultores colombianos le están exigiendo al gobierno que garantice un precio base de sustentación por carga de 125 kilos, de por lo menos $700.000.

A esto se le suma, según Andrés Álvarez, ingeniero agrónomo, que al país “está entrando de contrabando la sobreoferta del café de otros países, como Perú y Guatemala, a precios más bajos que los del mercado nacional, entrando a jugar además la especulación y el dumping”. Adicional a esto, Álvarez anotaba que “el consumo interno del café está desestimulado, tenemos el consumo per-cápita más bajo en el continente, y el Café que se consume es de segunda, o mejor conocido como pasilla, y el de mejor calidad se exporta, lo que es muy particular, porque por ejemplo, un francés se da el lujo de tomar vinos de otras partes del mundo, pero el mercado no le excluye de tomarse el mejor del mundo, que es su propio vino”.

Y es que no se entiende la crisis cafetera recurrente en medio de un contexto en donde la demanda del producto es mayor que la oferta, y menos cuando vemos las cifras asociadas al comercio internacional de este producto. Según el documental Black Gold, de los hermanos Marc y Nick Francis filmado en el 2008, el café es el segundo producto más negociado, después del petróleo, en los mercados mundiales. Desde 1990 las ventas al por menor de café han aumentado de $30 billones a $80 billones de dólares cada año, y a nivel mundial se consumen diariamente en promedio más de 2.000 millones de tasas al día; con esas cifras uno podría pensar que es el negocio soñado para cualquiera. 

La principal explicación de la crisis cafetera es clara y ya la habíamos enunciado más arriba: los principales compradores y especuladores mundiales pagan al precio del café lo que se les da la gana, de tal forma que puedan usufructuarse de los bajos precios. Así lo reconocía Luis Genaro Muñoz Ortega, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros en el Congreso Nacional del Gremio, realizado en Bogotá el 28 de noviembre de 2012, cuando afirmaba al diario La República, respecto a las expectativas de precios del 2013 que “dependerá del comportamiento de las bolsas, que tienen un nivel de volatilidad como nunca se ha visto. Hay unos actores nuevos de mucha especulación, para quienes su negocio no es el de los precios, sino el número de veces que puedan mover un dólar. Si uno habla con los actores del mercado, con los clientes del café de Colombia, ellos dicen que los precios no deberían estar tan deprimidos, pues no hay razón para ello”.

LOS QUE REALMENTE SUFREN LA CRISIS CAFETERA

Claro que si se ahonda en el análisis tal vez podemos entender el porqué de la crisis y a quien afecta. Una taza de café en un negocio como Starbucks, o Mac Donalds puede costar, por ejemplo en Atlanta (USA), unos $ 8 dólares. De cada libra de café salen en promedio 80 tazas, significa que por cada libra de café uno de estos famosos lugares obtiene $ 640 dólares!, y cuanto recibe el productor por cada libra de café?, a precios del 2008 el mencionado documental comentaba que un caficultor de Etiopia le pagaban a 65 centavos de dólar la libra (cuando los costos de producción para estos se situaban en 90 centavos de dólar), ósea, 0.65 dólares, es decir 99.8 % menos por libra que lo que recibe Starbucks o Mac Donalds. Y en el caso colombiano? A precios de hoy la libra de café la compran a $ 1,42 dólares, de esta manera un caficultor colombiano está recibiendo por una libra de café un 99,7 % menos que aquella famosa cadena. Es decir, que los $ 640 dólares por libra finales se los embolsa Starbucks o Mc Donalds y el resto de los $ 638,5 dólares promedio quedan en una larga cadena de intermediarios, que van desde el agente local, el exportador y el transportista que se quedan con 7% del dinero, los importadores y las tostadoras y tiendas/cafeterías como Starbucks se quedan con el 90%, mientras que los agricultores, campesinos generalmente con pocos niveles de educación y sin conocimientos sobre comercio y negocios, apenas reciben entre un 1 y 3% del precio final, según el documental Black Gold.

El tamaño de la finca cafetera y su productividad también afecta los ingresos de los caficultores. En Colombia, a diferencia de Brasil, la producción es minifundista, es decir, que la proporción de pequeños caficultores es mayor que la de los grandes. En relación a esto las cifras oficiales afirman que el tamaño promedio de la finca cafetera es solo de 1,5 Ha, más del 36% de las fincas cafeteras tienen menos de 1Ha y el 60% de las fincas oscilan entre 1,1 Ha y 10 hectáreas Esto se convierte en un problema, pues la pequeña finca cafetera no puede dar ingresos adecuados a la familia propietaria. Respecto a esto, Álvarez considera que la crisis “afecta tanto a pequeños como a grandes, ya que estos últimos hacen grandes inversiones y deben recuperarlas”, pero lo cierto es que la lógica financiera más simple nos permite deducir que un gran caficultor puede tener, como los expertos financieros lo dicen, más apalancamiento financiero; es decir, mayor capacidad de endeudamiento y mayor capacidad para soportar las bajas continuas del precio del producto.

Con lo anterior espero que el lector no se confunda: no se hace una defensa de la necesidad de la gran propiedad frente a la pequeña, sino por el contrario, la reflexión es que la alta concentración de la tierra en pocas manos y el régimen de propiedad privada, también son las causantes de la crisis de los cafeteros, y en general de toda la nación.

LA SITUACIÓN SOCIAL EN LAS ZONAS CAFETERAS

Otro aspecto que los medios de comunicación no dan cuenta, es el de la situación social de las familias cafeteras, que no es acorde a la gran cantidad de recursos económicos aportados por el sector al desarrollo de nuestro país. A esta actividad se dedican, según cifras oficiales, cerca de 550.000 familias, conformadas en promedio por 5,5 personas, lo que da un total de 3.025.000 personas dedicadas al cultivo de la misma. Gilberto Arango Londoño, autor del libro “Estructura Económica Colombiana”, afirma que el subempleo en las zonas cafeteras es crónico, fluctúa entre el 10% y el 17%, el 14.85% de los hogares cafeteros se encuentran en una situación de hacinamiento crítico, el 59.27% tienen sus necesidades básicas insatisfechas, el 31.28% son pobres y otro 28% son menos que pobres, es decir miserables. También afirma, tiendo en cuenta otros datos, que la pobreza cobija a más del 60% de los habitantes de las regiones principales del cultivo y más del 80% en las zonas rurales, la zona cafetera es donde más ha crecido la pobreza y la indigencia en todo el país en los últimos años, a un ritmo casi el doble del resto de la nación. Por último, el 68% de los caficultores no tienen estudios superiores a los primarios y el 19% es analfabeto, más del 18% de las familias viven en casas de mala calidad y más del 34% no tiene acueducto ni alcantarillado.

El poco desarrollo de las regiones cafeteras se ha debido, según el ingeniero Álvarez a la Federación Nacional de Cafeteros (que es una institución privada), la cual “históricamente ha incidido en el desarrollo de la educación rural, la infraestructura de carreteras, ha incentivado la siembra y ha generado un sistema de conocimiento e innovación como Cenicafé”. Pero la federación tiene otra cara, según el mismo Álvarez, “en el marco de un sistema de libre comercio la federación se comporta como un monopolio, ya que es la única que exporta, o hay muy pocos exportadores distintos a esta. Si un pequeño productor colombiano de la Sierra Nevada quisiera venderle directamente a un Alemán, -anota Álvarez-  no podría hacerlo, todo tiene que pasar por la federación”. Según Álvarez, un primer argumento es la calidad, “ya que la federación es muy cuidadoso de la calidad del café de Colombia - y por otra parte- , los pagos y los desembolsos se hacen a través de esta”. Álvarez crítica adicionalmente que la federación “exige un tipo determinado de variedad de Café, con una determinada cantidad de arboles o cultivos a libre exposición que tiene un importante impacto ambiental y un determinado paquete de semilla certificada, venenos y abonos, limitando las posibilidades de una caficultura con técnicas alternativas”.

TECNIFICACION, RENOVACION DE CAFETALES E IMPACTO AMBIENTAL

Está también el tema de la baja producción del café, resultado al parecer, de cafetales viejos y especies con baja productividad. En este aspecto Colombia viene avanzando rápidamente. Según cifras de Arango, “en el 2000 el 71% del área cultivada era tecnificada y producía el 87% del café y el 29% estaba en cultivo tradicional, que produce el 13% del café. La tecnificación viene en aumento siendo Antioquia la región con mayor producción y más tecnificada, le sigue Caldas, Tolima, Valle, Quindío, Risaralda, Cundinamarca y Huila, juntas producen el 70% del Café del país. Ya en 2002 la productividad de Colombia le ha permitido ocupar el 4 puesto a nivel mundial, Vietnam es el más productivo y el menos productivo es República Dominicana”. A 2012 los cafeteros de Colombia mantienen un alto ritmo de renovación de cultivos, “Ya cumplimos la meta de tecnificación, a hoy tenemos el 94 porciento de nuestra caficultura tecnificada (con variedades resistentes al hongo de la roya y mejor preparadas para la variabilidad climática)”, destacaba Muñoz, de la Federación Nacional de Cafeteros, en una entrevista al diario El Espectador el pasado 2 de febrero. Esta solución tiene otra cara y es que la renovación de los cultivos aumentará la productividad de los mismos y por tanto la oferta, presionando a futuro una baja adicional del precio.

Por otra parte, la tecnificación cafetera comenzará a tener un impacto ambiental importante, ya que como lo afirma Álvarez, “para aumentar la productividad se está promoviendo la caficultura a libre exposición, en detrimento del café a la sombra, que trae beneficios ambientales que se reflejan en la calidad de los suelos, el manejo de las aguas, entre otros, y se están promoviendo unas técnicas de alta productividad como la antes mencionada, - esto es criticable-“ decía Álvarez. Esta situación empeorará, ya que según un reciente estudio, el cultivo de este producto podría extinguirse a final de siglo gracias al cambio climático y la deforestación, ya que la variedad que más se consume en el mundo es el café arábigo, cuyo arbusto es muy vulnerable a los cambios de temperatura, así como a otros peligros como las plagas y las enfermedades. Las estimaciones más optimistas de dicho estudio hablan de la desaparición del 70% de la producción mundial hacia el 2080.
Esta por último, el impacto del auge minero, en este sentido, “el referente de mayor ganancia atrae la mano de obra hacia este sector, sumado a que la mano de obra en momentos de cosecha es casi siempre escasa, ya que muchas veces no se remunera adecuadamente la labor, y han habido cambios culturales y generacionales; ya los hijos de los caficultores no quieren recoger el grano y quieren irse del pueblo; de esta manera, se pueden quedar muchas cosechas sin quien la recoja”, anotaba Álvarez.

El presidente Santos, el ministro de agricultura y el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros se rasgan las vestiduras afirmando que la crisis no depende de ellos sino de la evolución del precio internacional del café e intentan calmar a los caficultores diciéndoles que les brindarán más ayudas económicas; Pero lo cierto es que dichas ayudas servirán apenas como un paliativo insuficiente ante las poderosas y arrolladoras fuerzas del mercado internacional del café y de las empresas que lo dominan. Mientras tanto, son los pequeños caficultores los que se seguirán tomando este café amargo.

jueves, 24 de enero de 2013


CON LA REFORMA TRIBUTARIA LOS RICOS LLORARÁN…PERO DE LA RISA

Por Carlos Gustavo Rengifo Arias

Un versión editada de este artículo fue publicada en Periferia Prensa Alternativa, Edición No 80, Enero - Febrero de 2013

Cuando el presidente Santos anunció en los medios de comunicación la nueva reforma tributaria, afirmó que los ricos llorarían con esta, lo que no nos dijo es que llorarían…pero de la risa, porque el análisis de distintos sectores académicos, políticos y de distintos sectores de opinión, coinciden en que esta nueva carta de Santos no es una reforma que apunta realmente a mejorar “la equidad y el empleo digno y estable”, como lo afirmaba él a un diario nacional. Por el contrario,  es una reforma que amplia los beneficios al capital nacional y transnacional,  vía reducción de  impuestos, sumándose a la gran cantidad de exenciones tributarias que estas reciben por invertir en el país, aunque esto no se traduzca en más ni mejor empleo.


Para entender la nueva reforma tributaria hay que apelar a los conceptos básicos de la hacienda pública: los ingresos que obtiene un Estado son de dos tipos, tributarios (impuestos) y no tributarios (utilidades de algunas empresas públicas, tasas y multas, rendimientos financieros y los ingresos por venta de licencias de explotación de nuestros recursos naturales). Respecto a los ingresos tributarios, es decir, los impuestos, son de dos tipos, los directos, que recaen sobre las rentas del trabajo y las ganancias y otros, como los que gravan la riqueza, la tierra, los bienes inmuebles y el patrimonio; y los indirectos, que son aquellos que gravan las transacciones de bienes y servicios, como los impuestos al consumo (que gravan la gasolina y las bebidas alcohólicas), los impuestos a las ventas (que gravan la ventas finales de los bienes y servicios), o los impuestos a las importaciones (arancel).

En este orden de ideas, lo que quiere hacer el gobierno de Santos con la nueva reforma tributaria es lo siguiente: hacer recaer una mayor parte de los ingresos del Estado sobre el aumento de los impuestos indirectos y disminuir los impuestos directos, mediante la disminución de la tarifa del impuesto sobre la renta aplicable a las personas jurídicas (entiéndase sociedades o empresas) y el aumento de los bienes y servicios gravados con el impuesto a las ventas (IVA). En otras palabras disminuir los impuestos a los de más altos ingresos y trasladarle la carga tributaria al ciudadano del común.

De esta manera, la nueva reforma tributaria es regresiva, ya que ahondaría el camino, que desde los 90´s, viene siguiendo la reforma neoliberal en materia fiscal, en donde cada vez pesa más en los ingresos del Estado los impuestos indirectos como el IVA que ya superan, a partir de 1994 según cifras del Ministerio de Hacienda, más del 45% del recaudo total de impuestos, mientras que el recaudo  por impuestos directos está por debajo de este monto.

La  reforma tributaria: un lobo disfrazado de oveja

Son varios elementos que hacen dudar de las buenas intenciones del gobierno Santos con dicha reforma.
Primero, la presentación de la nueva reforma tributaria “coincidió”, con varios informes en los distintos diarios nacionales especializados en temas de economía y finanzas, sobre la competitividad del país.  En esta se llegaba a la conclusión de que el país era poco competitivo, ocupando, según el índice de competitividad Doing Bussines, el puesto número 136 de 144 países del ranking, entre los cuales se contaban  a EEUU, Brasil, Nicaragua, Mexico, Chile y Argentina,  entre otros.  El énfasis de dichos informes se concentró en que Colombia registraba uno de los niveles más altos de tarifas de impuestos como porcentaje de las utilidades, muy por encima de los países antes mencionados  y que el impacto de dichos impuestos sobre los incentivos a trabajar e invertir era uno de los más bajos. Lo curioso de dichos informes es que no se hizo ningún énfasis en otros elementos que aparecían antes, que las tarifas de impuestos, como los primeros causantes de la falta de competitividad de Colombia según el mismo indicador, a saber, la corrupción, la ineficiencia en la burocracia del gobierno, la insuficiente infraestructura para el transporte de mercancías, la falta de acceso al financiamiento, y el crimen y el robo.


Si los anteriores factores pesaban más en la falta de competitividad del país que la tasa de impuestos, porque no se están tramitando proyectos de ley que apunten a superar dichas situaciones?, en donde están las acciones del Estado respecto a la corrupción? Y a la ineficiencia de la burocracia estatal, más conocida como clientelismo, que se ha hecho al respecto? Y los recursos para nuestras vías?. Nada, no se ha hecho nada, ni existe interés de hacerlo.

Otro elemento curioso es que las reformas tributarias se hacen generalmente para obtener más ingresos por impuestos, sobretodo en países como el nuestro, en donde los gastos del gobierno nacional han superado históricamente los ingresos, causando déficits fiscales recurrentes. Pero el gobierno, en palabras de sus ministros, le han dicho al país que con esta nueva reforma no quieren obtener más recursos, lo que es una contradicción en términos de política fiscal.

La reforma que actualmente tramita el gobierno consta de un total de 192 artículos que tocan, en general,  temas como la eliminación de las contribuciones parafiscales, el impuesto a la renta a las personas naturales o retención en la fuente, la reducción a los impuestos por ganancias ocasionales (herencias, ventas de activos, entre otros), la simplificación de las tasas de IVA , la reducción de algunas tarifas y la creación de otras, como el impuesto a los productos lujosos, el impuesto al “corrientazo” y a la medicina pre-pagada, la reducción en el precio de la gasolina y la creación de un nuevo impuesto llamado de “equidad”, para sustituir la eliminación de los parafiscales, de las cuales instituciones como el  SENA, el ICBF y el sistema de salud han obtenido sus recursos.

El impacto sobre el Sena, el ICBF y sistema de salud

Los puntos que más preocupan sobre la nueva reforma tributaria tienen que ver con la reducción de los impuestos a la renta de las personas jurídicas, es decir, a las empresas y las sociedades, que está acompañado de la eliminación de los parafiscales y la tarifa de impuesto que se cobrará a las personas naturales vía retención en la fuente. Preocupante, porque a leguas es claro que el gobierno quiere rebajar la carga tributaria a los más pudientes y descargar dicho peso sobre le común de los ciudadanos. Esto se refleja en el hecho de que las utilidades de las empresas seguirán gravadas con un 33 por ciento -correspondiente al 25 del impuesto de Renta y el ocho del impuesto para la Equidad, que reemplazará a los parafiscales-; pero dejarán de pagar los parafiscales que son el 13,5 por ciento de la nómina. Como el impuesto a la Equidad se pagará al final del año, mientras que los parafiscales se pagan mes a mes, las empresas también tendrán un alivio en sus pagos mensuales. Esto significa que finalmente el Sena, el ICBF y el sistema de salud recibirán menos ingresos, afectando su cobertura y la calidad en su servicio, aunque el gobierno insiste que por el contrario aumentaran, sin claridad de donde saldrán los recursos que perderán dichas entidades.


Por otra parte, el supuesto deseo del gobierno de reducir las exenciones en el pago de impuestos al gran capital no es sino una falacia,  ya que la reducción o eliminación de los beneficios tributarios exclusivos de las multinacionales o grandes empresas,  fueron estabilizados (congelados) hasta por 20 años mediante la suscripción de contratos de estabilidad jurídica. Todo esto logrará como objetivo, según lo ha manifestado el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, “bajar los costos laborales, crear más empleo formal y las empresas que se han visto tan afectadas por la revaluación recuperarán la competitividad”, pero es de dudar que tal medida logre su objetivo porque, como la expresado el ex director de Impuestos, Horacio Ayala, "uno no puede crear empleos por decreto, sino por razones económicas". De igual manera opina el presidente de la SAC, Rafael Mejía, cuando ha señalado a los medios nacionales que “las empresas contratan más trabajadores cuando venden más y cuando a la economía le va bien, y no necesariamente porque bajen los parafiscales”.

El otro punto que hace pensar lo regresiva que puede ser la reforma tributaria tiene que ver con el pago del impuesto que se conoce como retención en la fuente. Respecto a este punto, el gobierno decidió ponerles límite a los beneficios que los trabajadores usan para disminuir el impuesto a cargo. Y por otro lado, se crea el llamado Iman (impuesto mínimo alternativo) una tabla que establece un piso para el pago de impuestos en el caso de los obligados a declarar renta. Esta medida hará que finalmente, lo que conocemos como clase media, tendrán que ir pagando un impuesto progresivo en la medida que aumente sus ingresos laborales. Respecto a esto, el senador Jorge Robledo, crítico acérrimo de los TLC´s y de la nueva reforma tributaria, ha manifestado que la reforma es regresiva, ya que “les disminuye en $8,06 billones los impuestos a las empresas más poderosas y para compensar los aumenta al pueblo raso y a las capas medias”.


De esta manera, la nueva reforma tributaria es regresiva, ya que ahondaría el camino, que desde los 90´s, viene siguiendo la reforma neoliberal en materia fiscal, en la cual cada vez pesa más en los ingresos del Estado los impuestos indirectos (los que pagan el común de los ciudadanos) como el IVA, que ya superan, a partir de 1994 según cifras del Ministerio de Hacienda, más del 45% del recaudo total de impuestos, mientras que el recaudo  por impuestos directos (los que pagan las sociedades y las empresas) está por debajo de este monto.

Por otra parte, no es una reforma que apunte a mejorar el empleo, ya que las reformas laborales neoliberales se han encargado de informatizarlo, a través de la disminución de las indemnizaciones por despidos y la contratación por servicios,  sino que va dirigida principalmente a aumentar la competitividad de las empresas colombianas por la vía de la reducción en la carga tributaria, ya que la presión que genera, en términos de competencia, la firma de los tratados de libre comercio con EEUU, Unión Europea y los que están en etapa de negociación, como son los que se quieren firmar con Costa Rica, Israel, Turquía, Panamá y Japón, es bastante fuerte.

Por último, contrasta las gabelas que el gobierno de Juan Manuel Santos quiere dar a los empresarios del país con el bajo aumento que pretenden dar al salario mínimo en Colombia, ya que según un informe reciente de la OIT, el aumento de este, en los últimos 10 años, ha estado por debajo del promedio de América Latina, aumentando apenas un 1,3% en términos reales en comparación a un 3,4% del resto de la región; acompañado de “trabajos por debajo de la jornada normal, remuneraciones cercanas al mínimo y personas que se dedican a actividades diferentes a las que se formaron”, como lo afirmaba al diario la República el profesor de economía German Novoa de la Universidad Nacional, respecto al informe de la OIT.