viernes, 24 de abril de 2009

Las 100 Peliculas que Hay que Ver Antes de Morir






















Segun Yahoo Cine estan son las 100 peliculas que deberiamos ver antes de morir, Advertencia: no se le ocurra morirse sin antes verselas. Por mi parte recomiendo algunas: "Las uvas de la ira" de Jhon Ford, "Tiempos Modernos" de Charles Chaplin, "Metropolis" de Frizt Lang, la especial pelicula de Jhon Huston "El Tesoro de La Sierra Madre", la graciosa pelicula 'Sleeper' de Woody Allen, "Zorba el Griego"de Michale Cacoyannis y "El Hombre Elefante" de David Lynch.

Doce hombres sin piedad (1957) - Sidney Lumet
2001, odisea del espacio (1968) - Stanley Kubrick
Los cuatrocientos golpes (1959) - Francois Truffaut
Ocho y medio (1963) - Federico Fellini
La reina de Africa (1951) - John Huston
Alien, el octavo pasajero (1979) - Ridley Scott
Eva al desnudo (1950) - Joseph L. Mankiewicz
Annie Hall (1977) - Woody Allen
Apocalypse Now (1979) - Francis Coppola
La batalla de Algiers (1967) - Gillo Pontecorvo
Ladrón de bicicletas (1948) - Vittorio De Sica
Blade Runner (1982) - Ridley Scott
Sillas de montar calientes (1974) - Mel Brooks
Blow Up, deseo de una mañana de verano (1966) - Michelangelo Antonioni
Terciopelo azul (1986) - David Lynch
Bonnie And Clyde (1967) - Arthur Penn
Breathless (1960) - Jean-Luc Godard
El puente sobre el río Kwai (1957) - David Lean
La fiera de mi niña (1938) - Howard Hawks
Dos hombres y un destino (1969) - George Roy Hill
Casablanca (1942) - Michael Curtiz
Chinatown (1974) - Roman Polanski
Ciudadano Kane (1941) - Orson Welles
Tigre y dragón (2000) - Ang Lee
La jungla de cristal (1988) - John McTiernan
Haz lo que debas (1989) - Spike Lee
Perdición (1944) - Billy Wilder
¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964) - Stanley Kubrick
Sopa de ganso (1933) - Leo McCarey
E.T. El Extraterrestre (1982) - Steven Spielberg
Operación Dragón (1973) - Robert Clouse
El exorcista (1973) - William Friedkin
Aquel excitante curso (1982) - Amy Heckerling
French connection: contra el imperio de la droga (1971) - William Friedkin
El Padrino (1972) - Francis Ford Coppola
El padrino, segunda parte (1974) - Francis Ford Coppola
James Bond contra Goldfinger (1964) - Guy Hamilton
El Bueno, el Feo y el Malo (1966) - Sergio Leone
Uno de los nuestros (1990) - Martin Scorsese
El graduado (1967) - Mike Nichols
La bestia humana (1938) - Jean Renoir
Atrapado en el tiempo (1993) - Harold Ramis
¡Qué noche la de aquel día! (1964) - Richard Lester
Deseando amar (2000) - Wong Kar-wai
Sucedió una noche (1934) - Frank Capra
¡Qué bello es vivir! (1946) - Frank Capra
Tiburón (1975) - Steven Spielberg
King Kong (1933) - Ernest B. Schoedsack, E. Schoedsack, Merian C. Cooper
Las tres noches de Eva (1941) - Preston Sturges
Lawrence de Arabia (1962) - David Lean
El señor de los anillos: La comunidad del anillo (2001) - Peter Jackson
M, el Vampiro de Dusseldorf (1931) - Fritz Lang
M.A.S.H (1970) - Robert Altman
El halcón maltés (1941) - John Huston
Matrix (1999) - Andy Wachowski, Larry Wachowski
Tiempos modernos (1936) - Charles Chaplin
Los caballeros de la mesa cuadrada (1975) - Terry Jones, Terry Gilliam
Desmadre a la americana (1978) - John Landis
Network, un mundo implacable (1976) - Sidney Lumet
Nosferatu (1922) - Friedrich Wilhelm Murnau
Un tranvía llamado deseo (1951) - Elia Kazan
Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) - Milos Forman
Senderos de gloria (1957) - Stanley Kubrick
La princesa Mononoke (1997) - Hayao Miyazaki
Psicosis (1960) - Alfred Hitchcock
Pulp fiction (1994) - Quentin Tarantino
Toro salvaje (1980) - Martin Scorsese
En busca del arca perdida (1981) - Steven Spielberg
La linterna roja (1992) - Zhang Yimou
Rashomon - Akira Kurosawa
La ventana indiscreta (1954) - Alfred Hitchcock
Rebelde sin causa (1955) - Nicholas Ray
Rocky (1976) - John G. Avildsen
Vacaciones en Roma (1953) - William Wyler
Salvar al soldado Ryan (1998) - Steven Spielberg
La lista de Schindler (1993) - Steven Spielberg
Centauros del desierto (1956) - John Ford
Los siete samuráis (1954) - Akira Kurosawa
Cadena perpetua (1994) - Frank Darabont
El silencio de los corderos (1991) - Jonathan Demme
Cantando bajo la lluvia (1952) - Gene Kelly, Stanley Donen
Blancanieves y los Siete Enanitos (1937) - David Hand
Con faldas y a lo loco (1959) - Billy Wilder
Sonrisas y lágrimas (1965) - Robert Wise
La guerra de las galaxias (1977) - George Lucas
El crepúsculo de los dioses (1950) - Billy Wilder
Terminator 2: el juicio final (1991) - James Cameron
El tercer hombre (1949) - Carol Reed
This Is Spinal Tap (1984) - Rob Reiner
Titanic (1997) - James Cameron
Matar un ruiseñor (1962) - Robert Mulligan
Toy Story (1996) - John Lasseter
Sospechosos habituales (1995) - Bryan Singer
Vértigo (De entre los muertos) (1958) - Alfred Hitchcock
Cuando Harry encontró a Sally (1989) - Rob Reiner
Fresas salvajes (1957) - Ingmar Bergman
El cielo sobre Berlín (1987) - Wim Wenders
El Mago de Oz (1939) - Victor Fleming
Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) - Pedro Almodóvar
El mundo de Apu (1959) - Satyajit Ray

martes, 21 de abril de 2009

EDUCAR PARA LIBERAR, LIBERAR PARA TRANSFORMAR: EL ROL DEL FORMADOR EN LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR Y EN LA SOCIEDAD




Por Carlos Gustavo Rengifo Arias[1]

“El hombre es puente para el hombre.
El hombre es algo que debe ser superado”

Federico Nietzsche

Una versión editada de este mismo artículo fue públicado en:

http://www.periferiaprensa.org/Edicion%20Especial%20Virtual.pdf


El Encargo Social o el Problema Humano Esencial

Pensar en el tipo de institución universitaria, en el formador y en el estudiante que necesita la sociedad, debe pasar primero por un examen sobre cual es el Problema Esencial de la Humanidad, ya que precisamente las instituciones educativas y los formadores que allí habitan, sea cual sea su nivel, tienen un encargo social, relacionado con la superación de una situación problemática en la sociedad.

En mi opinión, dicha situación problemática es el Problema Humano Esencial, que es un Problema de Desarrollo, entendido no como el mero crecimiento de las variables económicas, sino en su forma más amplia como “un proceso global económico, social, cultural y político, que tiende al mejoramiento constante de la calidad de vida de toda la población y de todos los individuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él se derivan”[2]. El Problema Humano Esencial se manifiesta en una Escisión o Separación entre el individuo y si mismo, entre el individuo y su prójimo (problema ético), y entre el individuo y el medio ambiente (problema de existencia de la humanidad), situaciones problemáticas que han generado como consecuencia tres tipos de crisis: Crisis del Individuo, Crisis Social y Crisis Ambiental. La primera de las crisis se caracteriza por la soledad del individuo moderno, el obstáculo que le plantea la desigualdad económica y social, que le impide desarrollar todas sus facultades y hacer su proyecto de vida, haciéndolo infeliz y llevándolo a guiarse por el egoísmo, sin pensar que su relación con el prójimo puede fundamentarse en la fraternidad y en la solidaridad. La segunda crisis es consecuencia de la primera, desde el momento en que se consideró como acertada la idea de que en la medida en que cada uno busque con su egoísmo su propio beneficio, esto traerá bienestar general[3]. Esta idea sobre la “naturaleza del ser humano” y sus graves consecuencias se manifiestan en la contradicción existente entre una gran riqueza que no es apropiada por toda la humanidad, sino que es concentrada en unas pocas manos, impidiendo el desarrollo de una gran parte de esta. La tercera crisis, como consecuencia de las anteriores y de la visión “economicista”, ha provocado un gran agotamiento de los recursos naturales (agua potable, aire puro, destrucción de ecosistemas, etc.) por la excesiva y desigual presión sobre estos, con criterios capitalistas y no humanistas, y un cambio climático abrupto y antinatural que amenaza ya claramente la existencia futura de la especie humana. Las tres crisis antes nombradas tienen por causa los “valores” capitalistas que están en función de la acumulación de ganancia y no en función de una mejor humanidad.


Estas situaciones y sus consecuencias deben ser pensadas y abordadas por cualquier carrera de formación profesional, sea ingenieril u humanística. Por esta razón el papel del las instituciones de educación superior en la sociedad, el proceso formativo que adelanten, el tipo de formador y el estudiante que formen, deberá estar enfocada a hacer consciencia del Problema Humano Esencial y su formación (instrucción, desarrollo y educación) deberá desarrollar los conocimientos, habilidades y actitudes suficientes para que el educando, durante su proceso de formación y una vez sea profesional, tenga las herramientas para ayudar a superar dicha situación problemática.

Sobre el educando o sobre el libre

El educando deberá adquirir, como se dijo antes, una serie de conocimientos que le permitan analizar la sociedad en la que vive, o lo que es lo mismo, a identificar situaciones problemáticas fundamentales que impiden la felicidad del ser humano, sus causas y consecuencias, descubrir sus capacidades y adquirir las habilidades para transformar, para aprovechar toda la cultura, toda la técnica y la tecnología en pro de la humanidad y no contra ella. Educado en el debate, la crítica y el pluralismo, educado en el afecto a sí mismo, al prójimo y al medio ambiente. El estudiante hace honor a su nombre pues estudia-antes, leyendo e investigando lo que le sugiere el formador y sobre todo formulándose interrogantes que lleva al aula de clase. El educando que alcance este estado será llamado El Libre o también El Despierto[4].

Sobre el Educador o sobre el Libertario

Educar para la libertad debe tener como pre-requisito que quien educa está en libertad, esto es, que el sujeto que ha sido formado y que en el presente es formador, ha logrado identificar el Problema Humano Esencial, las causas que lo explican, las consecuencias que se derivan y las posibilidades de transformación y de superación.
La principal y esencial misión para el formador es educar para el cambio social. Es decir, educar para la transformación de las relaciones sociales que han configurado y han dado forma y fondo al Problema Esencial de la Humanidad.

Decía el artista Leonardo Da Vinci que la escultura estaba encerrada en la piedra y lo único que hacia el escultor con cada cincelada aplicada era liberar a la obra de la cárcel que es la piedra. Por esto en mi opinión, la Educación es para el estudiante lo que es el cincel para la obra, y el artista es el docente. El formador que alcance este estado deberá ser llamado el libertario, el libre que libera, o si se quiere el artista de la educación. Pero para ser un artista de la educación el formador deberá amar a su estudiante y esto se manifiesta en su responsabilidad en la preparación de sus clases, teniendo en cuenta que estas posibiliten la instrucción, el desarrollo de sus habilidades y potencialidades y la educación. Así mismo, en el plano interpersonal, en la relación docente-estudiante, el docente deberá eliminar toda posición de poder-saber y todo autoritarismo, pues va en contra del estudiante-prójimo y de la libertad.

Por último, se establece una relación dialéctica tal entre formador y educando, que ninguno por sí solo, puede avanzar sin el otro en el proceso formativo integral.

Sobre el proceso formativo o sobre el camino de la libertad y la transformación
El proceso formativo es ante todo subversivo, esto significa que es un cuestionador de los paradigmas económicos, políticos, sociales, tecnológicos y en general, culturales. Esto hace que la educación o proceso formativo adquiera, en un sentido amplio, un carácter revolucionario, pues re-evoluciona, acelera e impulsa constantemente al formador, al educando y a la sociedad hacia lo más alto. El enfoque del proceso formativo debe tener un enfoque problémico, esto es, no reduciendo el proceso formativo a una mera transmisión estéril de conocimientos e información, sino al abordaje de situaciones problemáticas en la sociedad que deben ser superadas. La institución universitaria y el formador a través del proceso formativo, hace que el estudiante se quite los velos que le impiden aprehender la realidad que lo circunda, a quitarse los nudos (des-nudarse) para que se conozca así mismo y la forma en que se relaciona con el prójimo y su entorno natural, descubra sus habilidades y potencialidades para transformar y por tanto superar el Problema Humano Esencial. De esta manera, el estudiante podrá desarrollar (basado en el debate) su propia explicación de la realidad y podrá adquirir autonomía para tomar decisiones sobre cómo relacionarse consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente.

Ahora bien, el proceso formativo no puede alcanzar su misión sin que exista, gracias a la división del trabajo, alguien que “administre” los recursos materiales, docentes, la infraestructura, que direccione los procesos formativos y que, en general, propicie un entorno académico inter, multi y transdisciplinario, en aras de que se de una formación integral.

Lo que hace el proceso formativo es a fin de cuentas, educar para la libertad, libertar del velo de la ignorancia y libertar para transformar su entorno social es su misión. Lo anterior nos hace pensar que la formación, independiente de la orientación profesional, es finalmente una Formación Política, entendida esta como el esfuerzo que hacen los seres humanos por construir un orden social justo. Es una formación que debe educar para superar el Problema Esencial de la Humanidad, una educación Por y Para la vida y no solo para el trabajo.

[1] Economista de la Universidad Nacional Sede – Medellín. Docente de Economía de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto) y de la Universidad San Buenaventura.
[2] Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General en su resolución 41/128 de 4 de Diciembre de 1986.
[3] Idea que planteó primero Adam Smith y que se sigue repitiendo como dogma religioso por los neoliberales, a pesar de su fracaso económico y de las terribles consecuencias sociales que ha tenido.
[4] En un sentido, porque no, budista, ya que ha logrado identificar las causas del sufrimiento individual y social y la forma en que puede superarlo.

El Buda Y El Político






(La revuelta budista en Myanmar)

Una versión editada de este artículo fue públicado el 7 de marzo de 2011 en http://www.revistacronopio.com/?p=4704

Por Carlos Gustavo Rengifo Arias

Presentación

He querido también abordar la relación entre la política y la religión ejemplificando que esta relación ha estado presente también en el Budismo, proceso del que no da cuenta Gilles Kepel en su libro “La revancha de Dios” por razones que desconozco. Sin embargo, vale la pena abordarlo, para entender, como por ejemplo desde hace algún tiempo una gran cantidad de monjes budistas en Myanmar, antes Birmania, han venido liderando protestas en contra del régimen militar que está en el poder.

El interés de comentar esto no es simplemente casuístico, sino que comporta una reflexión que no se encuentra en el texto de Gilles Kepel, esto es, que a diferencia de los procesos de re-cristianización, re-islamización y re-judaización que han surgido desde los 70´s como negación de la modernidad, el Budismo en particular como religión nó-teista reivindica valores modernos como la democracia; por lo menos esta es la reflexión que dejó las palabras pronunciadas por el Dalai Lama en París a propósito de la celebración de los últimos juegos olímpicos realizados en China en el mes pasado y que se comentan al final de este apéndice.

Budismo y Política: el Budismo Comprometido.

El Budismo es esencia una filosofía que tiene como eje de reflexión y de acción el sufrimiento. Según la tradición, el Buda (Siddhartha Gautama) encontró las 4 nobles verdades sobre la vida, a saber:

1. La vida es sufrimiento.
2. Este sufrimiento tiene un origen: el apego, la ambición y el deseo.
3. Es posible superar el sufrimiento, esto se logra renunciando al apego, a la ambición y al deseo.
4. El camino para superar el sufrimiento, es decir, para renunciar al apego, la ambición y al deseo consiste en recorrer el óctuple sendero[1], que es una serie de cambios en la concepción que tenemos de lo que significa la felicidad del hombre y que apunta a transformar la relación de apego que tenemos hacia el mundo, sus cosas y las personas.

Hasta aquí parece que lo que se busca es un revolución, un cambio en la forma en que el individuo se relaciona con el mundo, pero es una revolución individual que parte de la conciencia del sufrimiento, elemento esencial para alcanzar el Nirvana, que es la ausencia del sufrimiento.
Sin embargo, los acontecimientos del año pasado en Myanmar en donde los monjes budistas fueron violentamente reprimidos por el régimen militar por encabezar las protestas contra este, dan cuenta de una estrecha relación entre Budismo y política que supera toda aspiración meramente individual y que se manifiesta también como una preocupación por los problemas sociales y políticos y que ha sido llamado Budismo comprometido[2]. Esta relación no constituye una excepción sino al parecer una regla en este país y en otros en donde el budismo se ha implantado.

En efecto, cuando Myanmar, antes Birmania, se independiza de la dominación colonial del Reino Unido, U-Nu, su primer presidente, elaboró un programa que denominó “socialismo budista”. Para este gobernante un auténtico Estado socialista tenía por finalidad promover la igualdad entre todos los seres humanos, desaprobar la codicia, pero a la vez proporcionar tiempo libre para que los ciudadanos pudieran dedicarse a la meditación y buscar el nirvana, la liberación permanente entre el ciclo eterno de muerte y el renacimiento. Este presidente, que mezcló las enseñanzas del budismo con el socialismo, fue derrocado por el Ejército en 1962 y huyó a la India, para luego retornar a su país y convertirse en monje budista.[3]

La junta militar y la revuelta budista en Myanmar.

En septiembre del año pasado pudimos ver a través de la T.V. un suceso poco usual: una gran cantidad de monjes budistas protestando y encabezando una serie de movimientos populares, en un país cuyo nombre, Myanmar, también pocas veces escuchamos, pero que cada vez resuena más por estar dominado por una dictadura militar que lleva 19 años en el poder[4]. Las manifestaciones de los budistas, como tenía que ser, fueron pacíficas y sufrieron la represión de la dictadura, un hecho que consternó a la opinión pública mundial.

Pero la represión social del régimen militar sobre la población no es nada nuevo. En 1988, según noticias disponibles 3000 personas fueron asesinadas en protestas similares.[5]
El régimen es uno de los más brutales y corruptos del mundo, las condiciones de vida de la población se han hundido y han alcanzado un nivel muy bajo. Sus orígenes se remontan a los acontecimientos ocurridos en 1962, cuando Ne Win dio un golpe de estado y siguió el modelo de la China maoísta, nacionalizó toda la tierra, la industria y el comercio, y creó un régimen totalitario de un solo partido. Incluso adoptó el título de "presidente". Se eliminó el capitalismo y se estableció la economía planificada. Esto ocurrió cuando Birmania era colonia de Gran Bretaña.
Sin embargo, Birmania (ahora Myanmar) nunca fue "socialista", sino que más bien era una horrible caricatura de socialismo, los medios de producción fueron expropiados pero el poder no estaba en manos de los trabajadores y los campesinos. El poder estaba en manos de una elite militar burocrática[6].

Lo cierto es que el régimen que llegó al poder, tenía una idea particularmente distorsionada de cómo se debería desarrollar la economía. No sólo nacionalizó los altos mandos de la economía, sino también la pequeña parcela de tierra o pequeño negocio. Los efectos de estas medidas lejos de ayudar a desarrollar la economía, en realidad contribuyeron a sofocar el desarrollo. El régimen llegó incluso a cerrar las salas de baile, eliminar el turismo y expulsar a los extranjeros. Se convirtió en uno de los regímenes más autárquicos jamás visto, parecido al de Nor-corea.
Aunque desarrolló de alguna manera la economía, las restricciones burocráticas finalmente ahogaron a la economía, particularmente la agricultura. Birmania era el mayor exportador mundial de arroz, pero a mediados de los años setenta apenas producía suficiente comida para alimentar a su propia población. El ingreso per cápita también cayó, de 670 dólares en 1960 a 200 dólares en 1989. La casta burocrática militar rápidamente se convirtió en un freno absoluto para el desarrollo de las fuerzas productivas. El que era un país potencialmente rico se convirtió en uno de los más pobres del mundo.

La situación se complica en los años ochenta. En 1987 el régimen anunció que los billetes de banco ya no eran una moneda válida, esta medida destruyó los ahorros de la población y llevó directamente a la insurrección de 1988 que fue ahogada en sangre. En el mismo año, el viejo dictador retirado Ne Win y un grupo de generales tomaron el poder, apartando a codazos a la anterior fracción que tenía el control del Estado. Este nuevo régimen en 1989 cambió el nombre del país a Myanmar, abandonó el nombre anterior de: República Socialista de la Unión de Birmania, convocó elecciones libres en 1990, la Liga Nacional por la Democracia (NLD) de Aung San Suu Kyi's consiguió una victoria arrolladora: el 80 por ciento de la población.
La realidad económica de Myanmar es bastante lamentable, aunque sus estadísticas son difíciles de estimar pues el régimen militar se ha encargado de ocultarlas[7]:
Se cree que la junta militar gasta más del 40 por ciento de su presupuesto en armas y defensa, en cambio, gasta menos del 1 por ciento del PIB en sanidad y educación juntas.

De una población cercana a los 50 millones, la fuerza laboral es de aproximadamente 29 millones, pero el 70 por ciento trabaja en la agricultura. Este sector supone el 50 por ciento del PIB, mientras que la industria sólo representa el 15 por ciento, se calcula que el desempleo supera el 10 por ciento. El PIB per cápita anual en 2006 era de 1.800 dólares.

El 10 por ciento más pobre de la población consume sólo el 2,8 por ciento de la riqueza nacional, mientras que el 10 por ciento más ricos tiene el 32,4 por ciento (datos de 1998). Esta situación ha empeorado por que la inflación se disparó y superó el 20 por ciento. Eso explica por qué el 25 por ciento de la población vive por debajo del nivel de pobreza. Existe un riesgo muy elevado de enfermedad, sobre todo diarrea, hepatitis, fiebre tifoidea, dengue y malaria. El VIH se extiende, la esperanza de vida hasta hace unos años era de 62, pero ahora se calcula que estaría por debajo de los 50 años. Esta es una prueba del declive general de la infraestructura en estos últimos años.

El grado de colapso de la economía y de la infraestructura general se puede ver en el hecho de que el tráfico de personas se convertido en la principal exportaciones del país, con hombres, mujeres y niños llevados al Este y Sudeste de Asia para la explotación sexual, el servicio doméstico y el trabajo forzoso. Muchos de los emigrantes de Myanmar terminan como esclavos laborales y las mujeres obligadas a ejercer la prostitución. Aunque el país es rico en materias primas, se ha convertido en el segundo productor mundial de opio. Esta situación es una absoluta condena de estos oficiales del ejército corruptos que están ocupados en acumular riqueza personal mientras millones sufren una pobreza extrema.

En esta situación se agrava cuando el régimen anuncia en agosto medidas económicas severas, retirando los subsidios al combustible y anunciando que el precio de los combustibles subiría un 500 por ciento. El precio del gas se multiplicó por cinto, el petróleo y el diesel se doblaron, el precio del transporte también se dobló.

Estas medidas desencadenaron un movimiento que ha llevado a esta situación. El 19 de agosto unos 400 "activistas pro-democracia" organizaron una manifestación en Rangún contra el aumento de los precios. El régimen reaccionó como siempre, arrestó a 150 manifestantes. A principios de septiembre, el movimiento, con amplia participación de los monjes budistas, fue ganando fuerza con los días. Los jóvenes monjes budistas llenaron el vacío y se convirtieron en el punto de atención del movimiento de masas, pero no tienen una expresión política propia. El 22 de septiembre, se manifestaron ante la casa de la líder
de la oposición: Aung San Suu Kyi, lleva allí años bajo arresto domiciliario. El 24 de septiembre, 100.000 personas salieron a las calles de Rangún.

Este es el panorama en Myanmar y los estrechos lazos entre budismo y política, ejemplo nuevamente de la relación entre política y religión.
Por último, deseo terminar este trabajo planteando, como ya dije al comienzo de este apéndice, que la relación del Budismo con la modernidad es y ha sido distinto al sostenido por otras religiones, pues por el contrario este (el budismo) ha tenido en tiempos modernos acercamientos con la secularidad liberal e incluso marxista. En efecto hace poco el máximo representante religioso del Budismo, el Dalai Lama hacia un llamado desde Paris a conducir a China hacia la democracia. Lo hacia en el marco de un encuentro con diputados y senadores franceses y a propósito del desarrollo de los juegos olímpicos en China. En sus propias palabras: exhortó a defender "Ciertos principios como la democracia, la libertad religiosa, los derechos humanos, la libertad de prensa y el Estado de derecho".

Es decir, hizo un llamado a la modernidad en China.

[1] Recto pensamiento, recta palabra, recta acción, recto deseo, entre otros.
[2] El término ha sido forjado durante la guerra del Vietnam por Thich Nhat Hanh, monje budista, como respuesta a los problemas sociales y políticos, y ya tiene una historia centenaria en Asia. En el origen, se trataba de una lectura budista del marxismo. El ideal comunista ha parecido a sus primeros lectores orientales una versión curiosamente cercana al modelo comunitario predicado por el Buda. Y desde el principio del siglo, surgía aquí y allá la idea de un "budismo socialista" o de un "budismo radical". La mayoría de veces, este primer impulso fue reprimido violentamente. Durante la guerra ruso-japonesa de principios de siglo, un asunto que implicaba a religiosos también tuvo una gran resonancia en Japón. Veintiséis personas pertenecientes a un movimiento de inspiración marxista y anarquista fueron arrestadas por alta traición y conjuración contra el Emperador. Entre ellas, el editor de la traducción japonesa del Manifiesto del Partido Comunista y cuatro monjes budistas entregados a la causa del pueblo. Uno de esos monjes, Gudô Uchiyama, de la escuela Zen, ha dejado una amplia obra escrita que permite circunscribir sus reflexiones. Sus lecturas de los autores sociales le habían llevado a la conclusión de que las doctrinas budistas y marxistas compartían el mismo ideal social. Por esto, le pareció que era su deber de monje militar por el desarme, el pacifismo y la nacionalización de las tierras. Cuando en 1907, el partido socialista japonés fue prohibido, Uchiyama siguió imprimiendo sus libros en la clandestinidad donde hacía un llamamiento a las reformas sociales y económicas. Arrestado en 1909, fue condenado a siete años de cárcel por actividades subversivas. Cuando estaba en la prisión, fueron arrestados otros militantes. Sus libretas y octavillas eran re-leídas, como su Manual para los soldados imperiales, donde pedía a los militares que desertaran. Finalmente acusado de alta traición, Uchiyama, monje budista y marxista, fue fusilado junto a otros conspiradores. Este asunto que marcó la opinión japonesa de la época es, en este aspecto, revelador de este encuentro inesperado entre Oriente y Occidente. Véase la amplia literatura sobre el Budismo comprometido que se encuentra en la web.
[3] Si bien esta relación entre el budismo y la política se está manifestando con mayor énfasis en la actualidad, como se dijo ha sido una constante en la historia de los países budistas. El emperador hindú Asoka (268 al 239 a.C.), de la dinastía Maurya, una especie de Constantino hindú, se convirtió explícita y públicamente al budismo y lo extendió más allá de sus fronteras. Se cree que Menandro, uno de los reyes helénicos de Asia Central, sucesor de Alejandro El Magno, se convirtió al budismo. El príncipe japonés Sotuku declaró el budismo religión oficial de la corte Yamoto durante el 592 de nuestra era. De todos los linajes reales budistas, el tailandés, antes reino de Siam, ha sobrevivido con mayor vigor. Tailandia fue el único país del sudeste asiático que no sufrió la dominación del colonialismo occidental, situación que permitió a su monarquía tener una estable continuidad para construir su propio camino hacia la modernización. Uno de sus monarcas promocionó una forma de budismo compatible con la ciencia occidental moderna. Así como el budismo en algunos casos es creencia oficial, en otros ha sido perseguido, tal como sucede con el Dalai Lama tibetano, el decimocuarto entre los líderes religiosos y seculares del Tíbet, que recibió el Premio Nobel de la Paz. Llama la atención cómo en la era de la globalización el budismo se está adecuando a los cambios, pero manteniendo su esencia, y que los monjes budistas encabecen la lucha a favor de la democracia, una forma política creada por Occidente. Véase al respecto “Budismo y política”, por Francisco Miro Quesada, publicado en la web www. elcomercio.com.pe el 7 de enero de 2008.
[4] Digo poco usual, pero seria más claro decir que ha sido poco documentada, ya que en desde la guerra de Vietnam se conocieron muchos casos de importantes monjes budistas que se prendieron fuego para protestar contra esta atroz guerra.
[5] Véase “la Tragedia de Myanmar” por Fred Weston, publicado en la web http://www.iade.org.ar/ el 26 de octubre de 2007.
[6] Ibid.
[7] Ibid.

“ESTAMOS UNIDOS PARA LUCHAR Y NUESTRAS TIERRAS PODER TITULAR”





























La Lucha por la Tierra en el Pacífico Colombiano
Por Carlos Gustavo Rengifo Arias

Públicado en el Periódico Periferia, Prensa Alternativa, N0 32, Agosto 15 - Septiembre 15 de 2008, Medellín. en: http://www.periferiaprensa.org/index.php?option=com_content&view=article&id=123:estamos-unidos-para-luchar-y-nuestras-tierras-poder-titular&catid=46:edicion-32&Itemid=60

En julio de este año mi amiga Paty (la india, como comúnmente le decimos algunos) me invitó a Cristianía (Antioquia), uno de los resguardos indígenas donde habitan los “hijos del Maíz” ó los Embera-Chami como se les conoce comúnmente. No sabía muy bien a qué iba. Paty me decía en el camino: “Caliche, vas a conocer a mi gente”, pero mi ignorancia respecto a cuestiones indígenas me puso a imaginar que estaría con aquellos indígenas parecidos a los que comúnmente encontramos en nuestras calles pidiendo una moneda, aquellos de vestidos bonitos y coloridos pero con alma entristecida del hambre y el sol. Y sin embargo, apenas llegamos al resguardo encontré a gente más bien parecida a campesinos, nada de trajes extraños, aunque sí hablaban un lenguaje del cual no entendía nada pero me daba la sensación de que las montañas, el cielo, los ríos y la naturaleza en su conjunto se hacían palabra hablada.


Poco tiempo después de bajarnos del auto llegó una gran Chiva o escalera, esos grandes y coloridos transportes propios de nuestros pueblos cafeteros. Allí venía mucha gente, negros, indios, blancos, que al encontrarse con la comisión de recepción Emberá comenzaron a hablar un lenguaje más comprensivo para mí: los abrazos y las risas, que se brindaban como fruta recién cosechada. Después de ver un pizarrón que colgaba de un muro entendí de qué se trataba el viaje: allí se realizaría un encuentro Inter-étnico, con la presencia de habitantes del Pacífico Colombiano que se encontraban para socializar el clima de persecución y violencia que viven los habitantes de esa región por parte de paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes e incluso del ejército; y para elaborar estrategias de resistencia y de lucha.


No era este el primer encuentro. Ya antes se habían realizado otros cinco. Paty me decía mientras caía el sol: “Caliche, aquí hay indígenas Wuonan (habitan en el Chocó y una parte de Panamá), Eperara Sapidara, afros del río San Juan, del río Naya, Compañeros de Cupica, de San Joaquín, y los mayores del Cric (Consejo Regional Indígena del Cauca)…”. Y yo le respondía con un gesto comprensivo, como si mi conocimiento geográfico y étnico fuera amplio. Este encuentro hacía parte de una Escuela Afrocolombiana, Indígena y Campesina que viene creando estrategias para fortalecer los procesos organizativos de los habitantes del Pacífico Colombiano y para defender su territorio de la invasión de actores extraños a la región, porque los habitantes ancestrales de aquella zona están siendo asesinados y desplazados.


La masacre del rio Naya, una masacre anunciada y conocida por el gobierno.


El evento central del encuentro interétnico consistió en la socialización de la situación de destierro en el Pacífico Colombiano, un territorio que abarca los departamentos de El Chocó, el Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Uno de los asistentes comenzó a narrar que las relaciones interétnicas de los habitantes del pacífico colombiano (que ya existían a partir de 1989) fueron destrozadas por paramilitares en abril del 2001, cuando estos perpetraron una masacre en una de las más importantes y emblemáticas cuencas del pacífico colombiano, la del Rio Naya (que separa a los departamentos del Valle del Cauca y Cauca); allí murieron más de 100 personas entre campesinos, indígenas y afros (antes de esta masacre habían sido asesinados a cuenta gota y arrojados al río Cauca cerca de 400 personas en seis meses a manos de los paramilitares. Y en el 2000 el E.L.N. había maltratado continuamente a la población y asesinado a Elías Trochez, gobernador del Alto Naya, bajo la acusación de colaborar con paramilitares).


Esta barbarie ocurrió aunque la defensoría del pueblo había lanzado durante esos seis meses diversas alertas al respecto. Lo que ha venido ocurriendo en la cuenca del río Naya y de igual manera en el resto del pacífico colombiano tiene que ver con un problema histórico colombiano: la tenencia de la tierra. Allí distintos grupos armados ilegales se han establecido para cambiar la vocación productiva de la región hacia el narcotráfico (en el caso de los grupos armados ilegales) y a partir de los 80´s una nueva élite empresarial (con recursos también del narcotráfico) se establecía deseosa de invertir en tierras, ganadería, proyectos agroindustriales, extracción de minerales y madera, camaroneras, pesqueras y otras industrias.

En relación al negocio del narcotráfico este se ha venido desplazando por las fumigaciones de las zonas tradicionalmente cocaleras (Caquetá, el Caguán, Putumayo, etc.) y viene subiendo por Nariño hasta el Chocó. Allí las Farc, los paramilitares y hasta el ejército tienen acorralados a los indígenas y afro descendientes de la zona. “Ya no se hace cacería como antes, -dice un indígena Wuonan-, no se pueden hacer los trabajos normales, se ven bajar los muertos por el río”. Lo mismo dice un afro descendiente: “entra el blanco de afuera y vienen por la coca, los que dirigen las lanchas son los del Caguán, pero nosotros somos los que ponemos los muertos”. Allí la situación es casi de esclavización: “el indígena que raspa se lo bebe todo en las cantinas, cuyos dueños son los mismos que cultivan la coca” -decía otro de los asistentes. La situación se complica porque el cultivo de coca está desplazando los cultivos de pan coger. “Las comunidades están dejando de sembrar comida, cuando llega la fumigación o los bloqueos alimenticios hay hambrunas en las comunidades”. Esto hace que los alimentos se tengan que traer casi en su totalidad de afuera a un elevado costo, llegando una libra de arroz a costar hasta 3.000 pesos.

Mega proyectos y Fuerza Pública.

Como se dijo más arriba, gracias a la gran riqueza del pacífico colombiano se vienen construyendo una serie de mega proyectos que no benefician directamente a sus poblaciones sino a algunas multinacionales. Como el proyecto Arquímedes, que pretende canalizar el río San Juan para unirlo con el río Atrato; la construcción de la carreta Malaguita, los estudios exploratorios por parte de Ecopetrol para la extracción de hidrocarburos sin consultas previas a las poblaciones y negando cualquier autoridad a estas; el cultivo de Palma Aceitera y la aplicación de ganadería extensiva.

En estas zonas se han construido bases navales para “proteger” los proyectos, pero en lo que se han convertido es en el principal obstáculo para la organización de las comunidades. Como dice uno de los habitantes del bajo Cauca: “a nosotros nos tratan como si fuéramos guerrilleros, cuando queremos recuperar a nuestros muertos no nos escoltan sino que nos catalogan de guerrillos; el ejército ha llegado hasta ocupar la escuela San Pedro Claver en el municipio de San Buenaventura y la ha tomado como una base militar”. Y esto a sabiendas de que lo prohíbe el Derecho Internacional Humanitario, lo que demuestra que la fuerza pública con connivencia del gobierno y de su presidente a la cabeza está dispuesto a violar la ley y los acuerdos internacionales para derrotar a la guerrilla (como ya lo hizo con la utilización del símbolo de la Cruz Roja en el rescate a los 15 rehenes).

El comportamiento del ejército hacia esas comunidades es prácticamente de acoso y persecución: “nos tratan de guerrilleros, nos hacen requisas continuas e innecesarias y hasta nos peluquean gratis, pero lo utilizan para interrogarnos”. La situación de lucha por el territorio ha llegado hasta el colmo de que los campesinos, los indígenas y los afro descendientes están peleando 300 mil hectáreas con el gobierno. “No nos quieren reconocer la propiedad sobre estas tierras, aunque las hemos habitado históricamente- dice uno de lo habitantes de la zona-. Se las quieren dar a la Universidad del Cauca para hacer Biocorredores”. Por último, en el Chocó se vienen explotando los recursos naturales de manera indiscriminada sin que la Corporación Autónoma del Chocó haga nada para controlarlo o evitarlo.

La situación del pacífico colombiano y el caso del río Naya fue socializado días después en la Universidad de Antioquia por parte de distintos colectivos de Derechos Humanos y en dicha presentación se evidenciaba algo escalofriante: la situación de destierro que allí se presenta no es producto de la guerra sino objetivo de esta. “En efecto, la urgente necesidad de “lavar” (legalizar) recursos económicos obtenidos del narcotráfico ha concurrido con el interés del Estado de modernizar el agro colombiano, propiciando las condiciones previas para llevar a cabo dicho proyecto. La invitación a los inversores, nacionales o externos, a invertir en modernos proyectos agroindustriales de alta rentabilidad (principalmente Biocombustibles), requiere un previo despeje (de población) de grandes extensiones de tierra para dichas inversiones”[1]. Esta situación reproduce y le da continuidad al conflicto colombiano por la tierra.

“No queremos morirnos a balazos sino morirnos de Viejos”.

A raíz de esta situación, en el 2003 se comenzaron a realizar las primeras reuniones para restablecer las relaciones entre las etnias del Naya y allí se llegó a una conclusión: las distintas comunidades debían ponerse de acuerdo alrededor de la defensa de un derecho común, y este era el territorio. La idea surgió de una hermosa reflexión de los indígenas Eperara Sapiaadara, para quienes el río Naya representaba “la Casa Grande” o la casa de ceremonias y entonces tenía que manejarse el territorio como si fuera esa casa grande. “Llegamos a la conclusión- decía uno de los asistentes- de que aunque éramos negros, indios y campesinos teníamos los mismos problemas y además nos unía el territorio”.

Se trataba entonces de construir unidad en la diversidad, “Kinishia Waubua” -como diría un indígena-, que significa “el pensamiento para pelear y defender”. Es decir, no podían permitir que existieran más divisiones entre las comunidades ya que tenían los mismos problemas. Consideraron importante entonces olvidar las diferencias culturales para ponerse de acuerdo en cómo vivir, y sobre todo cómo no dejarse sacar de sus tierras. De esta manera surgió la escuela Interétnica, como una estrategia para manejar el conflicto presente en el pacífico y para defender el territorio.

El acoso, persecución y aniquilación antes narrada configura una situación que puede configurarse de genocidio étnico y está destruyendo lentamente las distintas culturas presentes en el río Naya y el pacífico colombiano, ya que ha venido destruyendo paulatinamente las costumbres, la expresión, la lengua, la memoria, las prácticas tradicionales, los saberes etc., de los habitantes indígenas, afro-descendientes y campesinos de la región. Por eso la defensa del territorio no es solamente por la tierra, pues territorio significa sobre todo lo que se desarrolla en ella. De aquí la importancia de defender el territorio, ya que defenderlo es defender también la cultura de aquellas comunidades. La estrategia para no dejarse sacar de sus territorios ha sido exigir al gobierno la titulación de las tierras, ya que es esto – según ellos- lo que garantiza que no los desplacen y que puedan volver los que por temor a morir asesinados se han ido. Sin embargo, el gobierno colombiano se ha opuesto a esto y parece privilegiar otros intereses.
Vivir en paz y morir de viejos es lo que desean los habitantes del Pacífico Colombiano, un deseo que tenemos todos en cualquier lugar de Colombia.

“Estamos unidos para luchar y nuestras tierras poder titular,
estamos unidos para luchar y nuestras tierras poder titular,
Estamos cansados de tanta maldad
Y solo queremos vivir en paz…”

(Canto de afro descendientes del Rio Naya)

[1] Pacifico Colombiano, EL CASO DEL NAYA, 22 de julio de 2008, Universidad de Antioquia, Informe de IWGIA (Grupo Internacional Sobre Asuntos Indígenas) Y Jenzera Colectivo de Trabajo.

LA GLOBALIZACIÓN RECIENTE: UN TREN SIN FRENOS CAUSANDO ESTRAGOS.

Por Carlos Gustavo Rengifo Arias.

(Publicado en el periódico Periferia, Prensa alternativa, Año 1, Nº 1, Nov-Dic 2004, Medellín)


Algunos Antecedentes Teóricos

El proceso de globalización no es nuevo, de hecho tiene que ver con la consolidación definitiva y global del modo de producción capitalista que ya Marx y Engels habían descrito en el manifiesto comunista. En él, los autores describían la forma en que la burguesía, mediante la explotación del mercado mundial, le daba un carácter cosmopolita a la producción, al consumo y le quitaba a la industria su base nacional. De igual manera, la competencia hacía que se destruyeran y suplantaran continuamente las antiguas industrias nacionales por industrias que ya no empleaban materias primas indígenas y cuyos productos no se consumían en su propio país, sino en todas las partes del globo. Las naciones y las regiones dejaban su aislamiento y su autarquía y se establecía un intercambio y una interdependencia universal entre las naciones.
También en materia intelectual operaba una mayor interdependencia. Así, de las distintas literaturas nacionales y locales se formaba una literatura universal e impulsada por el rápido desarrollo de las fuerzas productivas y de los medios de comunicación, la burguesía terminaba arrastrando a todas las naciones, incluso a las más bárbaras, hacia la corriente de la civilización, construyéndose un mundo a su imagen y semejanza. Por último, los pequeños industriales, comerciantes, rentistas, artesanos, campesinos y toda la clase media terminaban siendo arrastrados a la fila de los proletarios debido a su incapacidad de competir con el gran capital, y cuyos salarios se hacen cada vez más bajos y fluctuantes, fruto de la creciente competencia entre burgueses.

El capitalismo de hoy profundiza dicho proceso pero con un nuevo impulso dado por los últimos y acelerados cambios tecnológicos (microelectrónica, Internet, nuevos materiales, Biotecnología, etc), por la mayor facilidad con la que el capital productivo, comercial y financiero se mueven por el globo en busca de nuevas ganancias, y sobre todo, por la forma en que las transnacionales han reconfigurado el escenario económico, político y normativo a nivel mundial. Esto último es bastante importante, de hecho, el concepto de globalización aparece asociado en la literatura anglosajona de los 80´s al papel de las transnacionales en la economía mundial. Una primera definición (Théodore Lewit, 1983) asocia la globalización sólo con los intercambios internacionales y más específicamente con la gestión sobre una base mundial de las empresas transnacionales y su capacidad para implantarse en cualquier lugar del mundo y vender sus productos. Una segunda definición la hace Kenichi Ohmane(1990) para quien la globalización se refiere no tanto a la conquista de mercados por las empresas como a la aplicación de una estrategia y de una forma de gestión totalmente integradas a escala mundial. Una tercera, destaca el intento de las transnacionales de redefinir las reglas del sistema internacional a su favor, en detrimento de los Estados Nación.

Ninguna de estas definiciones es excluyente, de hecho todas constituyen la forma en que las transnacionales a través de su poder económico han reconfigurado el escenario económico y político mundial y en especial los espacios nacionales. Estos se caracterizaban por a) una moneda que es manejada por un banco central, b)un mercado interno, c) unas barreras político administrativas que obstaculizaban la movilidad de los factores de la producción y por último, d) la existencia de políticas de reglamentación e intervención que regulan la sociedad. De esta manera, una economía globalizada significaría un orden planetario en el cual no existirían estas cuatro dimensiones que permiten identificar los espacios nacionales.

El Destino De La Democracia Liberal

En este marco de ideas una de las preocupaciones esenciales con relación a la globalización tiene que ver con la capacidad de decisión y acción del Estado-Nación (soberanía) y por tanto de la validez del modelo democrático liberal. Recordemos que la democracia básicamente es un régimen político en donde los integrantes de la sociedad tienen el derecho a participar en las decisiones que los afectan. Pero en el modelo democrático que nos rige hoy (a diferencia de la democracia de los antiguos) las decisiones que afectan a la comunidad no la toman sus miembros como un todo, sino un subgrupo de representantes que, elegidos por el pueblo a través del voto, “defienden” sus intereses. Ahora bien, el modelo democrático liberal se desarrolla en el marco del Estado-Nación, es decir, que las decisiones se toman para una comunidad determinada en un territorio delimitado. Sin embargo, el escenario internacional hoy tiene como característica esencial el ser un espacio policéntrico, es decir, que la entrada de nuevos actores a la arena internacional ha terminado fragmentado el poder político. Como consecuencia de esto las decisiones políticas, económicas, ambientales, etc ya no se toman única y exclusivamente en el espacio del Estado (principio básico de soberanía) sino que la decisión política en el plano internacional comienza a ser presionada por distintos actores no Estatales de carácter supranacional como las Transnacionales, entidades multilaterales, instituciones financieras internacionales, organismos de seguridad internacional, etc., poniendo en jaque la autonomía decisoria de los Estados.
Este fue el marco resultante después de la segunda guerra mundial y del contexto de la guerra fría en donde Estados Unidos y sus aliados más cercanos lograron influir de manera importante en las agencias mundiales como el Consejo de Seguridad de la ONU, la OTAN, el FMI, el BM y la OMC. Estas instituciones han creado sus propios sistemas de reglamentación y de normas, lo que en la práctica significa que están creando derecho. Por esto el espacio internacional no es solamente un espacio policéntrico en el plano político, sino sobre todo en el normativo, disperso entre las instituciones y los organismos antes nombrados.

Sin embargo, no toda perdida de soberanía es per se perjudicial. Pocos podrían negar el gran beneficio que significaría el presionar a un país para que firme un tratado que pretende proteger los derechos humanos, o el que obliga a proteger el medio ambiente. No ocurre lo mismo en materia económica. Cuando organismos como el FMI, el BM, o la OMC obligan a un país a liberalizar sus mercados, a reducir su déficit fiscal, o a privatizar sus empresas estatales, estas decisiones pueden tener graves repercusiones sociales. Si bien los Estados aun siguen legislando en materia financiera, monetaria, tributaria, de seguridad social, laboral, etc., es innegable que ha disminuido su poder de intervención y están siendo obligados a tener más en cuenta el contexto económico y financiero internacional que sus propias presiones, expectativas y necesidades nacionales.

Como resultado de lo anterior, la democracia liberal, que está enmarcada en el espacio del Estado-nación y que tiene como principio básico que la comunidad nacional se gobierne a sí misma con libertad para determinar su propio rumbo y su propio futuro, queda obsoleta; no solo por la naturaleza sino por el alcance de las diversas interconexiones entre las organizaciones multiplicadas por el proceso de globalización. Surgen entonces cuestionamientos importantes frente a la eficacia y validez de la democracia, como por ejemplo: si muchas de las decisiones de transcendencia nacional(como por ejemplo el de liberalizar la economía, o el de hacer una reforma laboral o pensional) ya no son tomadas autónomamente por nuestros representantes sino que son imperativos de organismos supranacionales ¿Para qué votar?, ¿Para qué elegir y ser elegido?, ¿Para que militar en partidos, concurrir a elecciones y participar en el parlamento si el alcance del control de las decisiones en la esfera pública ha sido reducido por otros actores?, ¿Cómo recuperar el papel directivo del Estado, asegurándose la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones de interés nacional? Y en general, ¿Podría seguir siendo la “participación” una condición necesaria de la legitimidad democrática, aun cuando cada vez somos menos dueños de las decisiones que nos afectan?

Con relación a la capacidad que están teniendo las empresas transnacionales para moldear la legislación a su antojo, existe algo bastante preocupante hoy. Es el hecho de que en aras de hacer el espacio nacional más atractivo a la Inversión Extranjera Directa (IED) sé está pretendiendo “flexibilizar” de manera dramática la legislación nacional en materia de salud, laboral, ambiental, mercantil, etc. Esto permite que la IED se mueva con mayor libertad en el escenario mundial. En los 70´s se dieron intentos para sujetar las empresas transnacionales a regulaciones tanto a escala global como nacional. En el ámbito global se pueden citar las discusiones sobre el “Código de Conducta de las Empresas Transnacionales” y el “Código Sobre transferencias de Tecnologías” que se dieron en la UNCTAD.

En lo nacional se puede nombrar los llamados “requisitos de desempeño”, mediante los cuales los países intentaban asegurar que las inversiones de dichas empresas tuvieran un efecto positivo sobre el empleo, la balanza comercial, la disponibilidad de divisas, los encadenamientos productivos, las transferencias de tecnología etc. El panorama comienza a cambiar en los 80´s no solo porque las normas comienzan a apuntar hacia la desregulación sino, además, porque comienza a haber una competencia entre gobiernos (principalmente de países atrasados) por atraer dichas empresas brindándoles mayores facilidades. Esto pudo verse en el contexto de la Ronda Uruguay del GATT (el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio, hoy OMC); aunque el tema de la IED no hacia parte de la agenda de discusión, fue introducida por iniciativa de EEUU bajo la forma de “Acuerdo Sobre Medidas de Inversión Relacionadas con el comercio” (TRIMs) y en el “Acuerdo General Sobre el comercio de Servicios” (GATS).

El mismo sentido tenia los “Tratados Bilaterales de inversión” que proliferaron en 1997(que pasaron de 400 a 1330 con 162 países involucrados, incluyendo 31 de Latinoamérica y el Caribe) y que apuntaban a crear mejores condiciones de inversión para la contraparte. Por último, cabe nombrar el más ambicioso acuerdo como es el “Acuerdo Multilateral de Inversiones”(AMI, Singapur 1996), que sirve de modelo para los TLC que se están tratando de firmar hoy. El AMI recogía la esencia de los tratados anteriores pero iba mucho más lejos, al desplegar una serie de medidas en las cuales todos los derechos y las facilidades son para los inversionistas y todas las obligaciones y trabas para los gobiernos, veamos[1]:


- Una amplia definición del termino “inversión”, en la que se considera como tal a “todo tipo de activo que directa o indirectamente esté bajo el control o sea de propiedad de un inversionista”. Esto incluye empresas, acciones, títulos u otras formas de participación en una empresa, así como los derechos derivados de ello; bonos, préstamos, otras formas de deuda y los derechos derivados de ello; derechos derivados de un contrato; derechos de propiedad intelectual; cualquier otra propiedad tangible o intangible, móvil o inmueble, y cualquier derecho relacionado a esa propiedad, etc.

- El “Trato Nacional” y el “Trato de Nación más Favorecida” para los inversionistas extranjeros, lo que significa que cada uno de esos inversionistas recibirá un trato no menos favorable al de los nacionales y al de los demás inversionistas extranjeros.

- En el apartado de Protección de la inversión se específica que se deberá brindar “seguridad” y “protección completa y constante” a la IED y se establece que no se podrá “expropiar o nacionalizar directa o indirectamente una inversión” o “tomar alguna medida o medidas que tengan efectos equivalentes”, excepto para un propósito de interés público, pero para esto se tendrá que seguir una serie de reglas bastante largas, que incluye pagos e indemnizaciones a los afectados por parte de los Estados.

- El AMI y en especial el TLCAN (NAFTA) confieren a los inversionistas privados y a las transnacionales los mismos derechos y el mismo status legal que a los gobiernos soberanos, pudiendo las corporaciones llevarlas a juicio a un tribunal internacional si en su opinión consideran que la política (sea social o de cualquier tipo) implementada por el Estado afecta sus intereses.

- Una vez firmado el AMI, el país queda obligado a cumplirlo durante un lapso mínimo de 20 años, aún si durante ese lapso decide retirarse.

- En el apartado de “Requisitos de desempeño” del AMI no se le exige nada a la IED. Más bien en dicho apartado se deja claro que no se les exige desempeño alguno, enumerando detalladamente todo aquello en lo que no se les impondrá nada, con lo cual, como se decía más arriba, los regulados resultan ser no las transnacionales sino los gobiernos.


Por último, es necesario resaltar que la redacción y discusión de este acuerdo no se hizo con la participación de los 166 países(132 miembros y 34 observadores) que en su momento conformaban la OMC, sino solamente con los 29 países que conformaban la OCDE, que son a su vez los principales emisores-receptores de IED.

Los Resultados Indefendibles

La anterior legislación está permitiendo situaciones que rayan con el absurdo, como las que narra Daniel Samper Pizano en un artículo en donde denuncia el alcance que han tenido las transnacionales[2]. Entre los más escandalosos se encuentran la Genetic Technologies Ltd, de Australia, que patentó el ADN no codificado de todos los seres vivos, incluyendo los humanos. El caso de Monsanto que patentó en Europa una variedad de trigo tradicional de la india, que le da derechos exclusivos sobre la harina, la masa y hasta las galletas fabricadas con este trigo; y tal vez el caso mas asombroso lo constituye el hecho de que el Instituto Mexicano de Propiedad Intelectual permitió que la Virgen de Guadalupe se convirtiera en marca registrada (durante diez años es derecho exclusivo de una compañía china), entre otros[3].

En los TLC’s bilaterales que está tratando de firmar EEUU con países como Colombia, Ecuador y Perú se han denunciado las exigencias que han hecho los negociadores americanos presionados por sus empresas transnacionales. Dentro de estas, se encuentra, por ejemplo, el deseo de las empresas farmacéuticas norteamericanas de eliminar y prohibir la producción de medicamentos genéricos y que permitiría el monopolio de estos por parte de empresas extranjeras, con su consabido efecto en el alza de los precios (que en el caso de Ecuador se incrementarían en un 90%). En materia de Propiedad Intelectual, las exigencias van desde permitir la patente sobre plantas y animales (que fue rechazado por Colombia) hasta poder patentar elementos propios de las comunidades. Las últimas exigencias han sido la eliminación de la franja de precios que protege los productos agrícolas de los países andinos y la privatización del sector de telecomunicaciones, entre otras exigencias.

Los elementos que se han enumerado aquí confirman que esta es una globalización del capital y para el gran capital. A pesar de que en los manuales de economía internacional se nos vende la idea de que los países que más han liberado sus economías son los que a su vez más han crecido y aumentado su bienestar, no ha resultado cierto, sobre todo para los países subdesarrollados. Estos han sido incapaces de insertarse de manera positiva en los rieles de la globalización. La globalización y la apertura de los mercados, lejos de beneficiar a los países Latinoamericanos, los está confinando definitivamente al subdesarrollo y ha traído como consecuencia que las desigualdades aumenten cada vez más, tanto entre países como al interior de estos. Los resultados negativos de la globalización no lo han podido negar ni siquiera los salvaguardas de la economía internacional como son el FMI y BM, ni tampoco los grandes empresarios. Así, el director de comunicación del Foro Económico Mundial realizado en Davos (Suiza), Charles McLean, reconocía que la globalización ha beneficiado fundamentalmente a los países ricos, mientras los pobres miraban desde los asientos de atrás[4].

El escenario que nos presenta la globalización se podría comparar con el de una locomotora económica, manejada por algunos cuantos países (y las instituciones económicas, militares y políticas que se han derivado de ellos) que a lo largo de la historia han logrado establecerse como hegemónicos y que se han autoproclamado como “vehículos tendedores de vías”, dispuestos a llevarnos (por cierto, sin ser invitados cordialmente sino a empujones) por la vía del progreso económico; arrastrando a los países de nuestra orbe y utilizando sus economías, sus recursos, sus conocimientos ancestrales, sus culturas y sus poblaciones como combustible, en beneficio de sus intereses particulares; Imponiéndoles el boleto, la silla y hasta el destino.
[1] Para una mejor comparación entre el AMI y el TLCAN véase: Estay Reino, Jaime. Globalización, empresas transnacionales y sociedad civil. En: Ensayos de Economía Vol. 9, N° 15, Abril de 1999, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Medellín.
[2] Samper Pizano, Daniel. Los premios del capitán garfio, lista negra de los más notables biopiratas y asaltantes de la biodiversidad. En: El Tiempo, miércoles 30 de junio de 2004, Bogotá, Pág. 1-13.
[3] El jagué, bebida ritual que utilizan distintas comunidades indígenas y que produce alucinaciones ya la podemos encontrar en cápsula. También el instrumento que utilizan los indígenas amazónicos para sacarle la leche venenosa de la yuca que consumen fue patentado por una empresa norteamericana.
[4] Duque E., Álvaro. Las Dos caras de la globalización. EN: El Tiempo, Jueves 25 de Enero del 2001, Bogotá, Pág. 2-2.