Una versión editada de este artículo fue publicado en Periferia Prensa Alternativa en la Edición No 105, del 20 de abril - 20 de mayo del 2015
En Colombia las
estadísticas oficiales de muertes por el conflicto social y armado que ha
padecido nuestro país por más de 50 años, y los que pone la delincuencia común,
opacan las producidas por una guerra económica que se nos aparece como
silenciosa, pero no menos devastadora: la del hambre. En lo que va del periodo
del 2009 al 2014, según el Instituto Nacional de Salud, cerca de 240 niños,
menores de 5 años, han muerto en nuestro país por causas de desnutrición; y en
enero de este año, se ha reportado que seis familias habrían enterrado a sus
hijos a causa del hambre, tres de ellos no habían cumplido siquiera un año y
los otros tres tenían entre 12 y 15 años. Las tasas más altas de desnutrición
se presentan en los departamentos de la Guajira, Córdoba, Magdalena, Risaralda,
Nariño, Meta y Vaupés, la mayoría regiones que se han caracterizado, además,
por tener altos niveles de pobreza. La muerte por hambre en el mundo y en
Colombia es una barbarie naturalizada.
En el resto del
mundo el hambre tampoco da tregua. A 2013, según un artículo titulado “el
Hambre, la guerra silenciada” de Carlos Ayala Ramírez, quien cita estadísticas
de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura), uno de cada 4 niños menores de cinco años padece de retrasos del
crecimiento en el mundo, el hambre y la malnutrición matan a más personas cada
año que el Sida, la Malaria y la Tuberculosis juntas, e incluso el autor afirma
que el hambre genera más muertes que cualquiera de las guerras actuales: la
desnutrición aguda mata a 10 mil niños cada día, 165 millones de niños están
mal nutridos y nunca alcanzaran su potencial físico y cognitivo, 900 millones
de personas pasan hambre y cerca de 2000 millones de personas en el mundo
carecen de vitaminas y minerales esenciales necesarios para tener una buena
salud.
¿la causa del
hambre es la falta de alimentos?, Las cifras de hambre contrastan con la gran
cantidad de alimentos que se producen en el mundo: un planeta de 7.000 millones
de personas que produce alimentos para 12.000 millones. Aparejado a esto, la
FAO afirma que 1.300 millones de toneladas de alimentos al año (sin contar
pescado y mariscos) van a parar a los botes de basura y particularmente en los
países desarrollados se tiran entre el 30% y el 50% de la comida que se
consume. Por otra parte, allí donde hay ingresos más que suficientes el hambre
no es un problema pero si la malnutrición, unos 1400 millones de personas
tienen sobrepeso y de estas, un tercio son obesas y corren gran riesgo de salud
por esta razón.
"Mr. Hamburguesa", Carlos Rengifo, 2015, Lápices de colores sobre papel, 21.5 cm x 15 cm. |
Lo anterior no
solo demuestra que existe un derroche inmoral de recursos, sino que además,
está acompañado de un alto impacto ambiental: los alimentos que producimos y que
luego no comemos consumen un volumen de agua equivalente
al caudal anual del río Volga (el río más acaudalado y largo de Europa, con una
longitud de 3.690 Km, 1.450.400 km² de superficie y un caudal medio de 8000
m³/s) y son responsables de añadir 3.300 millones de toneladas de gases de
efecto invernadero a la atmósfera del planeta.
Lo
que explica esta incongruencia entre las cifras de hambre y la producción de
alimentos es que el mercado, institución por excelencia del modo de producción
capitalista, no produce para satisfacer necesidades humanas sino para
satisfacer necesidades de mercado. A esto se le agrega los bajos ingresos de
amplios sectores de la población mundial (en particular, en A.L. el 20% de la
población más rica tiene un ingreso 20 veces mayor al ingreso del 20% más
pobre, lo que hace que 47 millones de personas sufran de hambre en nuestro
continente), la concentración de tierras (cada vez las naciones más ricas
compran tierras en países pobres) y el uso de la misma con privilegio hacia la
destinación de ésta hacia la ganadería y los agro negocios, la falta de acceso
a agua potable, y allí donde se puede acceder a los alimentos, formas
inapropiadas de consumirlos.
La desnutrición
en Colombia
Según los
expertos existen tres tipos de desnutrición: riesgo nutricional, en la que las
personas se alimentan pero no de forma adecuada (tiene que ver con la calidad
de lo que se ingiere), desnutrición crónica, en la que la persona no recibe los
alimentos suficientes para su crecimiento y desarrollo (tiene que ver no solo
con la calidad sino con la cantidad) e inanición, en la que la persona es
privada de los alimentos por completo.
En el caso de
Colombia, la tasa nacional de desnutrición infantil es del 13,2%, pero en
departamentos como Vaupés es crónica, llegando al 34,7%, en el Choco es de
15,7% y en la Guajira es del 27,9%. Es en este último departamento, en donde al
parecer, se han presentado más muertes por desnutrición infantil, tanto así que
a comienzos del 2014 el entonces director de planeación del departamento
denunció penalmente a las instituciones encargadas de la atención a la niñez
por la muerte de 30 niños en el 2013, y el 98,5% de estos correspondían a niños
indígenas y más de la mitad eran menores de un año. A pesar de esta grave alarma
a Julio de 2014 ya habían muertos otros 15 menores por desnutrición en el
departamento.
Cifras más
alarmantes proporcionadas por el Instituto Nacional de Salud hablan de que en
Colombia muere un niño menor de 5 años cada 33 horas, lo que significaría 5
muertes a la semana, pero investigadoras de la Universidad Externado de
Colombia hablan de que las cifras podrían llegar hasta los 21 niños semanales.
¿Cual es la razón en la diferencia de estas cifras?. La Sociedad Colombiana de
Pediatría afirma que existe un sub-registro de las muertes por desnutrición, ya
que los niños que mueren quedan registrados como muertos por neumonía, diarrea
y otro tipo de infecciones graves (causadas precisamente por la desnutrición).
La desnutrición
(independiente de su gravedad) esta asociado, según el Programa Mundial de
Alimentos, a la pobreza, y en el caso particular de Colombia al desplazamiento,
que lleva a muchas familias de las zonas rurales a engrosar los cinturones de
miseria de las ciudades e impide que las familias puedan acceder a una cantidad
adecuada de alimentos; y cuando difícilmente pueden acceder ellos compran los
más baratos, que son generalmente alimentos ricos en Carbohidratos (Papa,
Arroz, Yuca y Plátano), es decir que comen, pero no se alimentan.
La condición de
pobreza es un circulo vicioso: los bajos ingresos impiden a las familias
proveer a sus hijos de los alimentos suficientes y de calidad, la insuficiencia
de nutrientes producen desnutrición que se manifiesta en anemia, afecta la
formación de los tejidos y el crecimiento de los huesos (por eso los niños
desnutridos son más pequeños), afecta la integridad de la piel y las mucosas y
pueden llegar, incluso, a quedar ciegos. Finalmente, los casos más graves de
desnutrición afectan de manera fundamental el sistema inmunológico y es usual
que los niños mueran por infecciones pulmonares, gastrointestinales, neumonía y
diarrea (las razones del su-registro que se comentaban más atrás). Los que
logran sobrevivir presentan daños cerebrales y neuronales, ya que la
insuficiencia de alimentos en cantidad y calidad impide que el cerebro crezca,
reduciendo las capacidades de aprendizaje y predisponiéndolos a más pobreza.
Finalmente, es
curioso cómo a pesar de la gravedad de las cifras de muertes por desnutrición
en Colombia, nuestro país pretende ingresar a la OCDE, una institución que se
precia de promover el bienestar económico y social alrededor del mundo.