jueves, 23 de junio de 2011

Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, Dinero que Compensa Lágrimas

Por Maribel García Restrepo

Públicado en Periferia Prensa Alternavita, Edición No 63, Junio 15-Julio 15 de 2011


En esa peluquería del sector de la Veracruz me dejaba llevar por el ruido incesante del secador y la música guasca, cuando, de pronto, llegó un tipo y se acercó a la peluquera que me atendía, preguntándole-¿Angélica, escuchó la noticia?-, a lo que la peluquera respondió: “Sí la escuché, ¿entonces qué hay que hacer?-. Entonces el señor dijo: “mañana vengo por los papeles”. La peluquera le decía que los papeles ya los tenía en sus manos, que si quería se los podía llevar de una vez, pero el tipo insistió en que mejor los recogía al otro día y aprovechaba para enviarlos de una vez por correo certificado. “Es que si van a pagar las primeras 65.000 víctimas- dijo-, entonces hay que mandarlos de una para que sea de las primeras “indemnizadas”. “Ojala”, dijo esperanzada la peluquera- “Es que esa plata es nuestra”.

Era ya la hora en el que el sol comienza a ocultarse y los transeúntes del parque Botero en Medellín aceleran el paso para encontrar un buen sitio de descanso. Y yo había encontrado aquel. Qué mejor lugar para hacerlo que allí en donde te aplican bálsamos perfumados y te masajean la cabeza antes de darte un toque de glamour. Este era un buen escondite al sofoco del día en un sitio tan popular como el sector de la Veracruz: una peluquería de estilistas viejas y experimentadas.

Pero también yo traía en mi mente esa noticia que a todos nos sorprendió al medio día, hora en la que los restaurantes igualmente populares sirven almuerzos caseros y hasta postre. La noticia era que se había aprobado la “ley de víctimas y restitución de tierras”, tema que vuelve a tocar el corazón de millones de colombianos cuyos bolsillos mantienen rotos.

Yo pensaba en medio de la conversación de aquellos dos: “¿Cómo es que los mismos que habían dilatado la cosa, ahora de un momento a otro les da por aprobar esa ley?”. Había leído en la prensa que, en medio siglo que lleva Colombia inmerso en el conflicto armado, la desaparición forzada en Colombia ha alcanzado “dimensiones escalofriantes”, cuya gran responsabilidad es atribuida por la ONU a la fuerza pública. A esta institución se le atribuye el haber desaparecido de manera forzada a 15.600 personas de un total de 57.200 desaparecidas que figuran en el Registro Nacional de Desaparecidos. – Y Volvía pensar: “¿por qué firmar esta ley de un momento a otro?” Y de pronto se me vino una posible respuesta: “claro, es que quieren firmar el TLC con Suiza y les conviene mostrar que están haciendo algo por los derechos humanos”.

La ley desconoce las muertes ocurridas por el conflicto armado antes de 1985, como si estas personas hubieran fallecido de un infarto y ninguna, eso sí, hubiera tenido que ver con las masacres perpetradas en zonas como Urabá, Córdoba o Putumayo. Por otro lado, la ley “beneficia” a aquellos que vivieron la tragedia de un ser amado asesinado después del 85, quienes pueden presentar las evidencias de sus muertos, y de pronto les toca un dinerito o hasta un pedazo de tierra, y que no haya sido fumigada ni tenga restos de nadie, porque eso es de mala suerte.

En estos pensamientos estaba mientras notaba cómo Angélica, la peluquera, iba logrando en mí ese look moderno de las peli-lisas. Pero no aguanté las ganas de hacer comentarios sobre aquella conversación.

- La escuché hablar de la ley de víctimas, le dije.

- Sí, voy a cobrar un hijo – me dijo -. El muchacho que vino hace un rato hace esas vueltas y ha estado pendiente de lo mío.

– ¿Y dónde pasó eso doña Angélica?

– En Villa Hermosa. Ese es el asunto.

Doña Angélica y otras familias se habían ido a la gobernación y allí les habían dicho que esos muertos no contaban porque habían pertenecido, según ellos, a bandas. Doña Angélica comentó que ese día, en la gobernación, se armó tremenda algarabía iniciada por una señora que se desgañitaba gritando: “¡Esa plata es nuestra, la tienen listica y se la quieren robar!”.

- Eso fue tremendo - comenta doña Angélica -, muchos salimos derecho a apelar la decisión. Es que a mi hijo lo mataron los militares en la ciudad; está comprobado por la fiscalía, y ahora dicen dizque era de esas bandas.

Contó además que una clienta suya había hecho las vueltas porque le habían matado al esposo y a sus dos hijos

– Y por eso ya le dieron como 17 o 78 millones, una cosa así. A mi me dijeron que me daban como 2 millones o hasta 7 millones; ojalá, creo que lo máximo es hasta 40 millones.

El caso es que la clienta no le quiso decir cómo se hacían las vueltas.

-Es que hay gente muy egoísta- dijo Angélica -, pero este muchacho me va a colaborar, él le ha ayudado a muchos. No es sino llevar la cédula del hijo y la mía, el acta de defunción, el papel de la fiscalía y el documento de reclamación que me fue negada, con la apelación. A mi hermana también le mataron a su hijo por Buenos Aires y también va a reclamar.

Parece que Angélica no entiende mucho de números, porque entre 17 y 78 millones o entre 2 y 40 millones hay una distancia importante. Además, al hablar no parecía estar triste por la pérdida de su hijo, ya que su mente la ocupa un rollo completo de trámites y el sueño, pensaba yo, de poder resolver algunos problemas con ese dinero. Yo pensaba que el dinero no devuelve al muerto, pero veo que de todos modos sí seca algunas lágrimas.

La sesión de belleza había terminado, le pagué a Angélica 15 mil pesos, un precio adecuado al trabajo realizado y al sitio de ubicación del negocio. Pero de allí salí todavía con la inquietud sobre estos procedimientos y me pregunto si, finalmente, será compensada, o más bien comprada, doña Angélica.

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