miércoles, 4 de mayo de 2016

Una nueva era geológica llega anunciando hambrunas

Por Carlos Gustavo Rengifo Arias

Una versión editada de este artículo fue publicado en El Colectivo, Comunicación popular, Edición No 6, Abril de 2016, p. 12. En: https://elcolectivocomunicacion.wordpress.com/2016/04/11/una-nueva-era-geologica-llega-anunciando-hambrunas/

 Hace unos tres años, la ONU declaraba, como indiscutible, el cambio climático, y hacía responsable del 95% de este a la dinámica de la producción humana, señalando, además, que el cambio se viene presentando desde hace unos 50 años. Hoy un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de 24 científicos de la Universidad de Leicester (Inglaterra) confirma dicha afirmación, y agrega que, dada la gravedad del cambio climático, la tierra podría haber pasado a una nueva era geológica que han llamado Antropoceno.

Collin Watters, del Instituto Geológico Británico, que hizo parte del estudio, afirma que “los humanos llevan tiempo afectando el medio ambiente, pero recientemente se ha producido una rápida propagación mundial de nuevos materiales, como el aluminio, el hormigón y los plásticos, que vienen dejando huella en los sedimentos y en el hielo de los polos, señales distintivas de que se pasó a una nueva era geológica”. Lo anterior, sumado a las pruebas nucleares y el incremento de gases de efecto invernadero, viene generando la destrucción de bosques, el incremento de la temperatura del planeta, el derretimiento de los polos y una creciente y constante disminución de la biodiversidad.

La desaparición de los polinizadores

En el mes de febrero un nuevo informe de la ONU titulado “Valoración temática de los polinizadores, polinización y producción de alimentos”, alertaba sobre la disminución de la biodiversidad, debido a la muerte creciente de insectos, como las abejas y las mariposas, y hasta animales más complejos como las aves, sobre todo en Norteamérica y Europa occidental. Y es que estos animales cumplen una función polinizadora clave en los cultivos y, por tanto, en la oferta de alimentos.

Se señala, particularmente, que aunque existen más de 20.000 especies de abejas, en los últimos años su población viene disminuyendo de manera dramática. Entre las causas, se ubica la disminución de áreas de praderas naturales de flores silvestres, el uso indiscriminado de plaguicidas en la agricultura, los monocultivos y la creciente modificación genética de los mismos, que disminuye la variedad biológica. También el desmesurado crecimiento urbano, que cada vez desdibuja más las fronteras entre la ciudad y el campo, y, por último, se señala el calentamiento global, que a su vez es multiplicado por todas las anteriores.




Vera Lúcia Imperatriz-Fonseca, docente de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, y una de las directoras del informe, afirmaba que “los polinizadores son importantes colaboradores para la producción mundial de alimentos y seguridad nutricional”. El informe considera que el 75% de los cultivos para alimentos del mundo depende de la existencia de los polinizadores y si hacia 2050 no se logran compromisos serios en relación a conservar la población de estos seres vivos, la humanidad podría morir de hambre.

La muerte de los polinizadores no sería, sin embargo, la única causa de una hambruna intensiva en el futuro cercano. También la pérdida masiva de suelos fértiles o productivos que se presenta hoy y el privilegio del uso de la tierra para agronegocios podrían reducir la producción mundial de alimentos en un 12% en los próximos 25 años, aumentando en un 30% los precios de los mismos, según cifras recientes de la Agencia de Cooperación Técnica de Alemania.

Preocupa, por último, que los recursos ofrecidos por los océanos, particularmente el abastecimiento de pescado, estén amenazados por la explotación excesiva de las empresas pesqueras y los sub-registros de pesca de las mismas. Según un informe conjunto entre la consultora McKinsey & Co. y la ong Ocean Conservancy, si se mantiene el ritmo actual de producción de plásticos, hacia 2050 habrá más libras de plástico en el mar que peces. De hecho esta situación ya amenaza seriamente la estabilidad de los ecosistemas marinos, la existencia de los bancos de peces y la seguridad alimentaria del planeta.

El efecto inmediato de la disminución crítica de la oferta de alimentos traerá como consecuencia más presión sobre los ecosistemas locales, aumento de los conflictos sociales dentro de las naciones, más migraciones hacia donde exista dicha oferta y, por tanto, más conflictos internacionales. Todo ello es un escenario de bomba civilizatoria en la que la crisis ambiental, la crisis de abastecimiento de alimentos y la crisis social se retroalimentan mutuamente.

¿Qué hacer?

Los científicos en sus diferentes estudios coinciden en que hay que implementar medidas urgentes que permitan asegurar, en el futuro, la provisión de alimentos. Entre estas se señalan la protección de los hábitats naturales, la creación de una mayor diversidad del hábitat de los polinizadores, tanto en ambientes rurales como urbanos, rescatar la práctica tradicional de rotación de cultivos, mantener áreas de terreno ajenas a la explotación, la reducción del uso de los plaguicidas, y la disminución de gases de efecto invernadero, entre otros.


Sin embargo, solo una lucha consciente contra la lógica depredadora del capitalismo puede frenar este cataclismo civilizatorio. Se debe comenzar, primero, por considerar una gran cantidad de recursos, como recursos necesarios para la vida (no solo para la humanidad, sino de igual manera para los demás seres vivos), como los bosques, las selvas, el aire y el agua, lo que significa des-mercantilizarlos y devolverles su abundancia natural. Además, la consideración de un modelo de producción que use las tecnologías más limpias posibles y que a la vez privilegie la producción de bienes para satisfacer las necesidades básicas humanas y no para el mercado. Pero, en última instancia, debe llevar a la humanidad a tomar una decisión trascendente, y es la de considerar imperativamente la construcción racional de un sistema económico y social justo para los humanos y en equilibrio con la naturaleza, que permita la existencia, por igual, de toda forma de vida en nuestro planeta.

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