lunes, 11 de julio de 2011

Marx, El Capitali$mo y La Globalización



























Por Carlos Gustavo Rengifo Arias

Como lo anota Maurice Dobb , en muchas ocasiones se asoció el término “capitalista” en un sentido meramente técnico, al reducir la economía capitalista a una economía en donde se utilizan los llamados métodos de producción indirectos o que acortan tiempo. De esta manera, el término “capitalista” se asociaba meramente a su origen económico y no a la forma en que estos instrumentos son apropiados. Como lo anota Dobb, Definir “capitalista” y “capitalismo” en este sentido sería afirmar implícitamente que, por ejemplo, la producción primitiva fue de algún modo “capitalista”, lo que aportaría poco para fines de discriminación histórica y significaría negar un significado especial a “capitalismo” como sistema histórico especial.

Otro tipo de definición es identificar “capitalismo” con un sistema de iniciativa individual absolutamente libre, en donde los hombres se comportan como hombres libres en la búsqueda de su sustento y en el que no hay compulsiones ni restricciones legales. Esta definición identificaría “capitalismo” con “Laisezz-Faire” o sistema de libre empresa, contraponiéndolo a toda injerencia estatal, lo que obviamente es un error ya que es el Estado mismo, con su intervención quien ha propiciado en muchos aspectos que el capitalismo salga de sus crisis.

Podemos encontrar por último, tres tipos de definiciones que vale la pena rescatar, son las de Werner Sombart, Marx y Max Weber :

W. Sombart identifica a “capitalismo” indagando el “espíritu” que caracteriza a esta sociedad, diciendo que el “espíritu capitalista” es aquél motivado por el calculo y la racionalidad, en el cual amasar capital es el motivo dominante de su actividad económica. Algo similar hace Max Weber cuando define “capitalismo” como una sociedad en donde se satisfacen necesidades humanas con carácter de lucro y por medio de “empresas” en donde se utiliza sistemáticamente el cálculo y la razón para obtener ganancia. Asociada a ésta, está la definición que asocia “capitalismo” con la organización de la producción para un mercado distante, asociando tal definición con las etapas de expansión del mercado o las diversas formas de inversión y de actividad comercial asociadas a ellas.

A diferencia de Sombart y Weber, Marx no buscó la esencia del capitalismo en su “espíritu de empresa”, ni en el uso de dinero para financiar una serie de transacciones de intercambio a fin de lograr una ganancia, ni tampoco simplemente como un sistema de producción para el mercado. Lo que hizo Marx a lo largo de toda su producción intelectual fue desenmascarar que la denominada en ese entonces Economía Política partía de la propiedad privada y la tomaba como dada, pero no explicaba el origen de esta. Basado en este presupuesto logró descubrir que el modo de producción capitalista es aquel en el que la fuerza de trabajo se había convertido, a su vez, en una mercancía que podía ser vendida y comprada en el mercado como cualquier otro objeto. Descubrió además, que el origen de esto tuvo su presupuesto histórico en la concentración de la propiedad privada de los medios de producción en manos de una clase (“los burgueses”) que solo constituían un pequeño sector de la sociedad y en el consiguiente surgimiento de una clase desposeída (“los proletarios”), que tenia en la venta de su fuerza de trabajo su única fuente de subsistencia, condiciones que diferencian al capitalismo de los anteriores modos de producción. Con respecto a esto Marx decía:

Ni el dinero ni la mercancía son de por sí capital, como no lo son los medios de producción ni los artículos de consumo. Hay que convertirlos en capital. Y para ello han de concurrir una serie de circunstancias concretas que pueden resumirse así: han de enfrentarse y entrar en contacto dos clases muy diversas de poseedores de mercancías; de una parte, los propietarios de dinero, medios de producción y artículos de consumo deseosos de explotar la suma de valor de su propiedad mediante la compra de fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su propia fuerza de trabajo y, por tanto, de su trabajo. Obreros libres en el doble sentido de que no figuran directamente entre los medios de producción, como los esclavos, los siervos, etc., ni cuentan tampoco con medios de producción de su propiedad como el labrador que trabaja su propia tierra, etc., libres y desheredados. Con esta polarización del mercado de mercancías se dan las condiciones fundamentales de la producción capitalista. Las relaciones capitalistas presuponen el divorcio entre los obreros y la propiedad de las condiciones de realización del trabajo. Cuando ya se mueve por sus propios pies, la producción capitalista no sólo mantiene su divorcio, sino que lo reproduce en una escala cada vez mayor”.

Lo que diferencia esta caracterización de las anteriores, es que no basta, como se dijo anteriormente, con que exista comercio y préstamo en dinero, o una clase especializada de mercaderes o financistas para constituir una sociedad capitalista, sino que es necesario que el capitalista utilice trabajo vivo para extraer Plusvalor o Plusproducto (el valor adicional que produce el trabajador en su jornada de trabajo) a la fuerza de trabajo en el proceso de producción y esto constituye el capital: Trabajo acumulado que se utiliza para una nueva producción.

La caracterización que hace Marx del capitalismo es la más clara, pues la aceptación de alguna de las anteriores implicaría que periodos pasados de la historia humana fueron de alguna manera capitalistas. Como lo anota Dobb, hoy se sabe que en el medioevo los tratos monetarios y la producción para el mercado fueron comunes, e incluso el uso lucrativo del dinero no es una característica propiamente moderna, ya que el mundo clásico y medieval tuvo sus usureros (constituyendo el Lucri Rabies o usura, un pecado en el medioevo).

¿Cómo fue el paso de del feudalismo al capitalismo?, según Marx, esto ocurrió como producto de varios factores, entre ellos

“la depredación de los bienes de la iglesia, la enajenación fraudulenta de las tierras del dominio público, el saqueo de los terrenos comunales, la metamorfosis, llevada a cabo por la usurpación y el terrorismo más inhumano de la propiedad feudal y el patrimonio del clan en la moderna propiedad privada...”

Que permitieron el paso a la agricultura capitalista, la incorporación del capital a la tierra, sumado esto a la creación de nuevos medios de producción que incrementaron la productividad del trabajo incrementando a su vez la producción. Esto generó la disolución de las formas feudales y la transformación de los siervos en trabajadores libres que utilizaría la naciente industria de las ciudades, de una creciente división del trabajo, y de un gran desarrollo del intercambio; En general, de una progresiva separación del productor respecto a la tierra y los instrumentos de producción y su transformación en “proletario”.

La situación antes descrita es llamada por Marx, La acumulación originaria, condición necesaria para la existencia del capitalismo. Ahora bien, la dinámica del capitalismo consiste en utilizar una parte del plusvalor expropiado al trabajador para transformarlo en pluscapital, es decir, que se produce capital, se acumula y se centraliza para producir más capital. Si el capital es consecuencia de la expropiación del plusproducto del trabajo ajeno, éste (el capital) solo puede acumularse en la medida en que el capitalista utilice más trabajo ajeno y lo explote, es decir, solo en la medida en que pueda concentrar más medios de producción y por tanto pueda proletarizar más a la población, de esta manera

“… así como la reproducción simple reproduce continuamente la relación capitalista misma, capitalistas por un lado, asalariados por la otra, la reproducción a escala ampliada, o sea la acumulación, reproduce la relación capitalista en escala ampliada: más capitalistas o capitalistas más grandes en este polo, más asalariados en aquél.........acumulación de capital es aumento del proletariado.”

Significa que toda acumulación de capital se convierte en medio de una nueva acumulación, pero esta nueva acumulación es diferente a la anterior debido a que,

“Ya no se trata de una concentración simple de los medios de producción y del comando sobre el trabajo, idéntica a la acumulación. Es una concentración de capitales ya formados, la abolición de su autonomía individual, la expropiación del capitalista por el capitalista, la transformación de muchos capitales menores en pocos capitales mayores. Este proceso se distingue del anterior en que, presuponiendo solamente una distribución modificada de los capitales ya existentes y en funcionamiento, su campo de acción no esta circunscrito por el crecimiento absoluto de la riqueza social o por los límites absolutos de la acumulación. Si el capital se dilata aquí, controlado por una mano, hasta convertirse en una gran masa, es por que allí lo pierden muchas manos.”

Es decir que, a mayor acumulación de capital mayor centralización en pocas manos y viceversa.

¿Que pasa con la situación de los trabajadores a medida que se acumula y se concentra el capital?. En un comienzo la acumulación de capital puede incrementar la demanda de trabajo, pero en la medida en que se acumula más, se da un gran cambio en la relación existente entre la masa de los medios de producción (capital constante) y la masa de fuerza de trabajo (capital variable). A esta relación Marx la llama Composición orgánica del capital. Es decir que, como producto de la innovación técnica y tecnológica se da un aumento en la productividad del trabajo que se convierte en la palanca más poderosa de la acumulación, de tal suerte que el acrecentamiento de las capacidades productivas del trabajo permite utilizar una cantidad cada vez menor de trabajo que produce una cantidad mayor de productos. Resultado de la acumulación de capital y de la variación en la composición orgánica del capital, a medida que el capital aumenta(a favor de mayor capital constante en detrimento del capital variable) se crea un excedente de fuerza de trabajo, el llamado ejercito de reserva, que es a su vez benéfico para el capital en el sentido en que es una remesa explotable y se convierte por una parte en producto, y por otro, en necesidad de la acumulación de capital. Producto y necesidad ya que el mecanismo de la producción capitalista vela para que el incremento absoluto en el capital no se vea acompañado de un aumento consecutivo en la demanda de trabajo, haciéndolo de dos maneras: aumentando la demanda de trabajo por un lado y acrecentando la oferta de obreros mediante “su puesta en libertad”, mientras que a la vez la presión de los desocupados obliga a los ocupados a poner en movimiento más trabajo (con salarios y condiciones laborales más precarias), haciendo hasta cierto punto que la oferta de trabajo sea independiente de la oferta de obreros. En general lo que se ha querido explicar aquí es que en la medida que aumenta la acumulación de capital, aumenta el ejército de reserva y el número de obreros ocupados aumenta, aunque siempre en proporción decreciente con respecto a la escala de la producción. Esta ley

“….que mantiene un equilibrio constante entre la sobrepoblación relativa o ejercito industrial de reserva y el volumen e intensidad de la acumulación, encadena al obrero al capital con grillos más firmes que las cuñas con que Hefesto aseguró a prometeo en la roca. Esta ley produce una acumulación de miseria proporcionada a la acumulación de capital. La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, esto es donde se halla la clase que produce su propio producto como capital” .

La globalización pasada y reciente hacen parte de la tendencia histórica de la acumulación de capital, es la forma a través de la cual el capitalismo se ha extendido por todo el globo y constituye un proceso en el cual el capital busca nuevos mercados y nuevas facilidades para reproducirse y acumularse, mediante la expropiación de mayor plusvalor y de una mayor proletarización y pauperización de la población a escala mundial, en beneficio de los centros económicos y políticos de poder tanto en el espacio nacional como internacional.

Aunque el uso de la palabra “globalización” no se popularizó sino hasta los años 80´s como proceso no es nuevo y puede decirse que desde sus inicios el capitalismo es globalizador y ha sufrido –según Samir Amin- tres etapas. La primera fase de globalización y expansión del capitalismo lo constituyó el descubrimiento y conquista de las Américas que estaba enmarcado dentro del sistema mercantil de Europa Atlántica de aquella época. La cristianización y colonización trajo como consecuencia la destrucción de las comunidades indígenas y negras locales y sus culturas, y constituyo la forma en que, tanto Anglo-sajones como españoles, lograron apropiarse de las tierras y sus riquezas en todo el continente. Sin embargo, esta primera expansión capitalista tuvo más tarde como respuesta el surgimiento de fuerzas de liberación que cuestionaron su lógica, entre ellas, se pueden contar la revolución de los esclavos de Santo Domingo (lo que es hoy Haití), a finales del XVIII, seguida más tarde por la revolución mexicana en 1910, la revolución cubana en 1960. También se cuentan la “revolución Americana” y las de las colonias españolas con la diferencia de que éstas sólo transfirieron el poder de decisión de las metrópolis a los colonos, sin tener que compartir las ganancias con la “madre patria”

La segunda fase de expansión capitalista fue impulsada por la revolución industrial y se manifestó en la sujeción de Asia y África apoderándose de nuevos territorios y nuevas riquezas. Esta nueva expansión imperialista produjo nuevamente fuerzas que se opusieron a sus objetivos, como la revolución en Rusia y en china, acompañada de otras revoluciones de liberación nacional, procesos que permitieron creer, por al menos 50 años después de la Segunda Guerra mundial, que otro tipo de sociedad era posible.

Los anteriores procesos confirman que el imperialismo ha estado de la mano del capitalismo desde sus inicios y que este ha sido la forma adoptada por el desarrollo del capitalismo desde 1492 hasta 1950. Si bien ya a finales de los siglos XVIII y comienzos del XIX el sistema colonial de 1492 ya se había roto, esto fue solo aparente, ya que dicha independencia se alcanzó no por iniciativa de los indígenas o esclavos, sino, como se dijo antes, por los colonos que intentaron transformar América en una segunda Europa. La independencia reconquistada por los pueblos de Asia y África tuvo un significado diferente. Como lo explica Samir Amin:

“Las clases dirigentes de los países coloniales de Europa no dejaron de entender que se había dado vuelta una página en la historia. Se dieron cuenta que debían abandonar el punto de vista tradicional de que el crecimiento de su economía capitalista doméstica estaba unido al éxito en la expansión imperial. Era el punto de vista que había sido mantenido no sólo por los poderes coloniales—primordialmente Inglaterra, Francia y Holanda—sino también por los nuevos centros capitalistas formados en el siglo XIX—Alemania, EEUU y Japón. De acuerdo a esto, los conflictos intra-Europeos e internacionales eran primordialmente luchas por las colonias del sistema imperialista de 1492. Se entendía que los EEUU se reservaban para sí los derechos exclusivos sobre todo el nuevo continente .

La construcción de un gran espacio Europeo –desarrollado, rico, que contara con un potencial tecnológico y científico de primera clase, y fuertes tradiciones militares—pareció constituir una sólida alternativa sobre la que se podía basar el nuevo crecimiento de la acumulación capitalista, "sin colonias"--. Esto es, sobre la base de un nuevo tipo de globalización, diferente a la del sistema de 1492. El problema que quedaba en pie, era cómo, de qué manera, este nuevo sistema mundial podía diferenciarse del antiguo, si continuaba siendo tan polarizado como el anterior, aún con una nueva base, o si dejara de ser así.”

La caída del proyecto socialista en Rusia, del muro de Berlín, el fracaso de los procesos revolucionarios (a excepción de Cuba) y el agotamiento del modelo de acumulación de corte Keynesiano constituyeron los últimos muros de contención de un capitalismo salvaje y son el punto a partir del cual se puede hablar de una tercera fase de globalización del capital. Si bien, como veremos más adelante el capitalismo contemporáneo se ha reestructurado productiva, comercial, financiera y tecnológicamente, el objetivo sigue siendo el mismo, es decir, la conquista de nuevos mercados, el apoderamiento de las riquezas y la explotación de las reservas de trabajo en la periferia, y en general, la sumisión de los países a los deseos del capital internacional. Por último, agréguesele a esto la estrategia militar sistemática por parte de EEUU para no perder su hegemonía en el entorno internacional, que ya comienza a ser opacada por países como China y la naciente Unión Europea, y que desde la creación de la OTAN y los sucesos de Kosovo, logran consolidar los “nuevos conceptos”(guerra preventiva) y las nuevas “amenazas”(el crimen internacional, el terrorismo, la tenencia de armas de destrucción masiva, etc.,) que permiten su intervención tanto en Europa como en Asía, África y en general, en los llamados países del “eje del mal”(Afganistán, Irak, etc.), amparado en un discurso demagógico que pretende imponer la libertad y la democracia en el mundo.


BIBLIOGRAFIA

1. DOBB, Maurice. Capitalismo. (en línea), (consultado: 8 de enero de 2001), Disponible en: http://www.eumed.net/.

2. Ibíd.

3. MARX, Karl. Capítulo XXIV: La llamada acumulación originaria, El Capital, Tomo I, (en línea), (consultado: 9 de marzo de 2001), Disponible en: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital.htm.

4. Ibíd., El Capital, Tomo I, Cáp. XXIV, (en línea), (consultado: 9 de marzo de 2001), Disponible en: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital.htm

5. Ibíd. El Capital, Capitulo XXIII, La ley general de la acumulación capitalista. (en línea), (consultado el 9 de marzo de 2001), Disponible en: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital.htm

6. Ibíd., El Capital, Capitulo XXIV, (en línea), (consultado: 9 de marzo de 2001), Disponible en: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital.htm

7. Ibíd., El Capital, Capitulo XXIII, (en línea), (Disponible en: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital.htm

8. Ibíd., p. 3

1 comentario:

  1. Muy interesante publicación Carlos. Te felicito por tu trabajo y tus aportes académicos.

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