martes, 26 de enero de 2016

A pesar del acuerdo climático la debacle ambiental y social continúa

Un versión editada de este artículo se público en el periódico "El Colectivo", Comunicación Popular, Pág. 9, Edición No 3 de enero de 2016


Por Carlos Gustavo Rengifo Arias

El 12 de diciembre del 2015 se firmó, por parte de 195 países participantes de la Cumbre del Clima en París (Francia), un acuerdo ambiental de mitigación y adaptación al cambio climático. Con palabras grandilocuentes ha sido caracterizado, por varios de los países firmantes y por la ONU, como un acuerdo “histórico”, “el mejor acuerdo posible”, “un texto balanceado”, “ambicioso”, “transparente” y con “compromiso”. Las palabras con las cuales ha sido caracterizado este acuerdo, tienen que ver, según los optimistas, con que después del fracaso del Protocolo de Kioto (firmado en 1997 pero que solo entró en vigencia hasta el 2005), y de la reunión de Copenhague (en el 2009), solo hasta hoy se alcanza a firmar un acuerdo en la que los países lograron ponerse de acuerdo para reducir la emisión de Gases de Invernadero (que se consideran la principal causa del calentamiento global), de tal manera que el planeta no supere una temperatura promedio del 2°C. Las voces críticas, provenientes de reconocidos científicos y de activistas y organizaciones sociales y ambientales de todo el mundo no se hicieron esperar.

"Mr. Casa Blanca"/Carlos Rengifo


¿Acuerdo o farsa climática?

El acuerdo logró los siguientes puntos de encuentro, sin embargo diversas voces críticas la catalogan como una farsa, veamos porque:

1. Esfuerzos colectivos para que la temperatura promedio del planeta no aumente por encima de los 2°C. 

A los científicos les sorprendió la rapidez con la que los países, sobre todo desarrollados, se comprometieron con esfuerzos para que el aumento de la temperatura promedio del planeta no sobrepasara los 2°C, e incluso la meta fue más ambiciosa (1,5°C), pero para esto fuera posible, los países tenían que haberse comprometido con una reducción del 80% en la emisión de Gases de Invernadero, que obligaría a los países a realizar reconversiones productivas costosas en términos tecnológicos y de eficiencia, y a reducir dramáticamente el uso de combustibles fósiles, de los cuales la industria actual tiene una gran dependencia. Sin embargo, los países que más producen Gases de Invernadero como lo son China (6.010 Ton./año), EEUU (5.800 Ton./año) y la Unión Europea (solo Alemania emite 858 Ton./año), en los cuales se concentra el 72% de la emisión de gases de todo el planeta, no se comprometieron a reducir la emisión más allá del 40%. De hecho, China se comprometió a estabilizar la emisión pero no a reducirla. Los Países en desarrollo, por su parte, se comprometieron a reducir la emisión entre un 25% y 30%. Sobre este asunto hay varios agravantes adicionales: aunque el acuerdo se quiere mostrar como una obligación legal de quienes lo firman, los compromisos de reducción de gases por parte de los países fueron voluntarios y no se contemplan sanciones económicas para quienes las incumplan. De esta manera, a pesar de los compromisos en la reducción de emisión de Gases de Invernadero y en los esfuerzos por subsidiar el uso de energías renovables, de todas maneras, según los cientificos la tierra sobrepasará el límite de los 2.7° C hacia el 2100, poniendo en peligro todo forma de vida en la tierra.

2. Evitar la deforestación y degradación de los bosques. 

Fue uno de los temas que menos se discutió. El Neocolonialismo, el modelo extractivista, la destinación de grandes extensiones de tierra a la ganadería y la explotación comercial de los bosques que viene primando como fuente importante de ingresos en muchos países, viene arrasando con grandes extensiones de bosques, sobre todo en Latinoamérica que es reserva importante de flora y fauna (la zona más deforestada del mundo se encuentra en Colombia, en los llanos orientales y la zona del Amazonas está desapareciendo).

3. Los países desarrollados se comprometieron, durante los próximos 5 años, a destinar fondos para ayudar a los menos desarrollados. 

Si bien los países desarrollados se comprometieron, durante los próximos 5 años, a destinar fondos por valor de 100 mil millones de dólares anuales para ayudar a los países menos desarrollados en su lucha contra el cambio climático, estos se consideran insuficientes dado el alto impacto sobre el medio ambiente por parte de los primeros y porque no quedó claro cómo y cuando se realizaran dichos desembolsos. Pero la polémica importante frente a los recursos económicos la aportó Nicaragua, quien criticó la falta de ambición del acuerdo, los limitados compromisos para la reducción de la temperatura del planeta, la insuficiencia de los recursos y cuestiono fuertemente el que se haya eliminado del acuerdo la posibilidad de reclamar derechos legales por afectaciones climáticas, a lo que los países desarrollados se negaron rotundamente. De esta manera, los países desarrollados, que son los que más contaminan, quedaron libres de responsabilidades jurídicas y económicas frente al calentamiento global.

4. Los países tendrán que diseñar planes y estrategias para adaptarse al cambio climático y deberá informarlo a la comunidad internacional. Pero el acuerdo y las acciones que se deriven de él no entrarán en vigor sino a partir del 2020, con revisiones cada 5 años, y dado su carácter no obligatorio, perfectamente los países firmantes podrían cambiar sus metas de reducción de emisión de gases si eso afecta el crecimiento económico, que es la verdadera y casi única preocupación en relación a las medidas ambientales. De hecho, durante la cumbre, Arabia Saudita intento sabotear la transición  energética hacia el uso de energías más limpias dada la alta dependencia de su economía hacia el petroleo y también la India tuvo el descaro de informar que esperaba duplicar, hacia el 2020, su producción actual de carbón.

5. El acuerdo es de mitigación y adaptación al cambio climático, pero no pone freno a los procesos que lo originan.

Solo hasta hace menos de dos años por fin la ONU reconoció que el principal causante del calentamiento global es la actividad humana y señaló que llevamos más de 60 años afectando de manera radical la temperatura del planeta. James Hansen, considerado el padre de la conciencia del cambio climático, manifestó a medios de comunicación internacionales, que el acuerdo fue un fraude, ya que “no se observan acciones, solo promesas…en la medida en que el combustible fósil sea más barato se seguirá quemando”. De igual manera Noemi Klein, periodista y activista canadiense, considero que la cumbre fracasó antes de empezar ya que el documento que se firmó no menciona las palabras “combustible fósil” ni “petroleo” ni “carbón”


Pero debe quedar claro que la crisis ambiental no es sino una de las aristas de una crisis de mayor envergadura: una crisis civilizatoria. Es decir, que la crisis no es solo ambiental sino además social, dado que la lógica de la acumulación de capital promueve la producción y el consumo exagerado de bienes y servicios en aras de satisfacer necesidades de mercado, no necesidades sociales, presionando hasta el límite el planeta. Por eso no es de extrañarse, que el dramático cambio climático este acompañado de más concentración de riqueza en pocas manos y de elevación de la pobreza.  Esta lógica nunca fue cuestionada en el acuerdo y de la insistencia en ella, de ahora en adelante, depende la existencia no solo de la humanidad sino de toda la vida en la tierra.

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