martes, 21 de abril de 2009

EDUCAR PARA LIBERAR, LIBERAR PARA TRANSFORMAR: EL ROL DEL FORMADOR EN LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR Y EN LA SOCIEDAD




Por Carlos Gustavo Rengifo Arias[1]

“El hombre es puente para el hombre.
El hombre es algo que debe ser superado”

Federico Nietzsche

Una versión editada de este mismo artículo fue públicado en:

http://www.periferiaprensa.org/Edicion%20Especial%20Virtual.pdf


El Encargo Social o el Problema Humano Esencial

Pensar en el tipo de institución universitaria, en el formador y en el estudiante que necesita la sociedad, debe pasar primero por un examen sobre cual es el Problema Esencial de la Humanidad, ya que precisamente las instituciones educativas y los formadores que allí habitan, sea cual sea su nivel, tienen un encargo social, relacionado con la superación de una situación problemática en la sociedad.

En mi opinión, dicha situación problemática es el Problema Humano Esencial, que es un Problema de Desarrollo, entendido no como el mero crecimiento de las variables económicas, sino en su forma más amplia como “un proceso global económico, social, cultural y político, que tiende al mejoramiento constante de la calidad de vida de toda la población y de todos los individuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él se derivan”[2]. El Problema Humano Esencial se manifiesta en una Escisión o Separación entre el individuo y si mismo, entre el individuo y su prójimo (problema ético), y entre el individuo y el medio ambiente (problema de existencia de la humanidad), situaciones problemáticas que han generado como consecuencia tres tipos de crisis: Crisis del Individuo, Crisis Social y Crisis Ambiental. La primera de las crisis se caracteriza por la soledad del individuo moderno, el obstáculo que le plantea la desigualdad económica y social, que le impide desarrollar todas sus facultades y hacer su proyecto de vida, haciéndolo infeliz y llevándolo a guiarse por el egoísmo, sin pensar que su relación con el prójimo puede fundamentarse en la fraternidad y en la solidaridad. La segunda crisis es consecuencia de la primera, desde el momento en que se consideró como acertada la idea de que en la medida en que cada uno busque con su egoísmo su propio beneficio, esto traerá bienestar general[3]. Esta idea sobre la “naturaleza del ser humano” y sus graves consecuencias se manifiestan en la contradicción existente entre una gran riqueza que no es apropiada por toda la humanidad, sino que es concentrada en unas pocas manos, impidiendo el desarrollo de una gran parte de esta. La tercera crisis, como consecuencia de las anteriores y de la visión “economicista”, ha provocado un gran agotamiento de los recursos naturales (agua potable, aire puro, destrucción de ecosistemas, etc.) por la excesiva y desigual presión sobre estos, con criterios capitalistas y no humanistas, y un cambio climático abrupto y antinatural que amenaza ya claramente la existencia futura de la especie humana. Las tres crisis antes nombradas tienen por causa los “valores” capitalistas que están en función de la acumulación de ganancia y no en función de una mejor humanidad.


Estas situaciones y sus consecuencias deben ser pensadas y abordadas por cualquier carrera de formación profesional, sea ingenieril u humanística. Por esta razón el papel del las instituciones de educación superior en la sociedad, el proceso formativo que adelanten, el tipo de formador y el estudiante que formen, deberá estar enfocada a hacer consciencia del Problema Humano Esencial y su formación (instrucción, desarrollo y educación) deberá desarrollar los conocimientos, habilidades y actitudes suficientes para que el educando, durante su proceso de formación y una vez sea profesional, tenga las herramientas para ayudar a superar dicha situación problemática.

Sobre el educando o sobre el libre

El educando deberá adquirir, como se dijo antes, una serie de conocimientos que le permitan analizar la sociedad en la que vive, o lo que es lo mismo, a identificar situaciones problemáticas fundamentales que impiden la felicidad del ser humano, sus causas y consecuencias, descubrir sus capacidades y adquirir las habilidades para transformar, para aprovechar toda la cultura, toda la técnica y la tecnología en pro de la humanidad y no contra ella. Educado en el debate, la crítica y el pluralismo, educado en el afecto a sí mismo, al prójimo y al medio ambiente. El estudiante hace honor a su nombre pues estudia-antes, leyendo e investigando lo que le sugiere el formador y sobre todo formulándose interrogantes que lleva al aula de clase. El educando que alcance este estado será llamado El Libre o también El Despierto[4].

Sobre el Educador o sobre el Libertario

Educar para la libertad debe tener como pre-requisito que quien educa está en libertad, esto es, que el sujeto que ha sido formado y que en el presente es formador, ha logrado identificar el Problema Humano Esencial, las causas que lo explican, las consecuencias que se derivan y las posibilidades de transformación y de superación.
La principal y esencial misión para el formador es educar para el cambio social. Es decir, educar para la transformación de las relaciones sociales que han configurado y han dado forma y fondo al Problema Esencial de la Humanidad.

Decía el artista Leonardo Da Vinci que la escultura estaba encerrada en la piedra y lo único que hacia el escultor con cada cincelada aplicada era liberar a la obra de la cárcel que es la piedra. Por esto en mi opinión, la Educación es para el estudiante lo que es el cincel para la obra, y el artista es el docente. El formador que alcance este estado deberá ser llamado el libertario, el libre que libera, o si se quiere el artista de la educación. Pero para ser un artista de la educación el formador deberá amar a su estudiante y esto se manifiesta en su responsabilidad en la preparación de sus clases, teniendo en cuenta que estas posibiliten la instrucción, el desarrollo de sus habilidades y potencialidades y la educación. Así mismo, en el plano interpersonal, en la relación docente-estudiante, el docente deberá eliminar toda posición de poder-saber y todo autoritarismo, pues va en contra del estudiante-prójimo y de la libertad.

Por último, se establece una relación dialéctica tal entre formador y educando, que ninguno por sí solo, puede avanzar sin el otro en el proceso formativo integral.

Sobre el proceso formativo o sobre el camino de la libertad y la transformación
El proceso formativo es ante todo subversivo, esto significa que es un cuestionador de los paradigmas económicos, políticos, sociales, tecnológicos y en general, culturales. Esto hace que la educación o proceso formativo adquiera, en un sentido amplio, un carácter revolucionario, pues re-evoluciona, acelera e impulsa constantemente al formador, al educando y a la sociedad hacia lo más alto. El enfoque del proceso formativo debe tener un enfoque problémico, esto es, no reduciendo el proceso formativo a una mera transmisión estéril de conocimientos e información, sino al abordaje de situaciones problemáticas en la sociedad que deben ser superadas. La institución universitaria y el formador a través del proceso formativo, hace que el estudiante se quite los velos que le impiden aprehender la realidad que lo circunda, a quitarse los nudos (des-nudarse) para que se conozca así mismo y la forma en que se relaciona con el prójimo y su entorno natural, descubra sus habilidades y potencialidades para transformar y por tanto superar el Problema Humano Esencial. De esta manera, el estudiante podrá desarrollar (basado en el debate) su propia explicación de la realidad y podrá adquirir autonomía para tomar decisiones sobre cómo relacionarse consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente.

Ahora bien, el proceso formativo no puede alcanzar su misión sin que exista, gracias a la división del trabajo, alguien que “administre” los recursos materiales, docentes, la infraestructura, que direccione los procesos formativos y que, en general, propicie un entorno académico inter, multi y transdisciplinario, en aras de que se de una formación integral.

Lo que hace el proceso formativo es a fin de cuentas, educar para la libertad, libertar del velo de la ignorancia y libertar para transformar su entorno social es su misión. Lo anterior nos hace pensar que la formación, independiente de la orientación profesional, es finalmente una Formación Política, entendida esta como el esfuerzo que hacen los seres humanos por construir un orden social justo. Es una formación que debe educar para superar el Problema Esencial de la Humanidad, una educación Por y Para la vida y no solo para el trabajo.

[1] Economista de la Universidad Nacional Sede – Medellín. Docente de Economía de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto) y de la Universidad San Buenaventura.
[2] Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General en su resolución 41/128 de 4 de Diciembre de 1986.
[3] Idea que planteó primero Adam Smith y que se sigue repitiendo como dogma religioso por los neoliberales, a pesar de su fracaso económico y de las terribles consecuencias sociales que ha tenido.
[4] En un sentido, porque no, budista, ya que ha logrado identificar las causas del sufrimiento individual y social y la forma en que puede superarlo.

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